Carolina Vivas Ferreira
(Bogotá, 1961).
Dramaturga, directora y actriz. Profundiza en la construcción de la memoria histórica de su país desde sus textos dramáticos, utilizando el teatro como una herramienta que enmienda el tejido social, poetizando la crueldad de las peores violencias que atravesó Colombia en las matanzas de los años 90s.
Gallina y el otro es una obra de teatro cargada de poesía que nos permite sentir el salvajismo de una masacre. Desde sus silencios y escenas escuchamos a la perfección el llanto de un país torturado en la voz de una gallina y un cerdo, quebrantados por las consecuencias de una matanza. La dramaturgia de Carolina Vivas, nos muestra un tiempo oscuro que abatió el corazón de Colombia en los años 90s. permitiendo al lector una gran experiencia literaria dramática y poética, aun sin estar presente en el teatro.
Sinopsis
Un grupo armado llega al municipio más pobre de la zona. Traen altoparlantes, machetes, motosierras y fusiles, e invitan cortésmente a la población a reunirse en la plaza. Así lo cuenta un testigo ocular: «a las dos de la tarde anunciaron a la comunidad que les concedían 5 horas para salir. Unos minutos después asesinaron a todos los que aparecían inscritos en una lista». El que está en la lista, se muere.
1. LA FERIA
Telmo conduce un pequeño camión que se desplaza a velocidad media, por un camino polvoriento. En la parte de atrás viene La Zarca, de quien sólo vemos su cabeza con un moño y mirando a lo lejos, absorta. Junto a ella se ve por un roto de la carpa, el culo de Cerdo quien no puede hablar, sólo mueve la cola y emite extraños y dolorosos gruñidos de cuando en cuando. Con ellos va Gallina radiante, sosteniéndose con un ala.
GALLINA: Telmo me lleva a la feria
¡Qué bueno es!
Ha atado mis patas a su camioneta y voy casi volando
Soy feliz
como si de pronto
el mundo fuera hermoso veloz
y yo un ave de largo vuelo
Chusco gruñe, va incómodo y Telmo iracundo lo golpea con una fusta, sin dejar de conducir.
TELMO: ¡Shit…! ¡Ohhh…!
Chusco lanza un chillido agudo y Gallina complacida, ríe a car- cajadas. La Zarca no se inmuta y continúa mirando a lo lejos o quizá hacia adentro. El tiempo pasa, Telmo conduce silencioso, aumentando la velocidad pues ha llegado a la pavimentada. Ga- llina va emocionada a pesar que empieza literalmente a desplu- marse.
GALLINA: He perdido muchas plumas
pero no importa
no será la primera vez
Con tal de conocer el pueblo estoy dispuesta a quedar calva y empezar de nuevo
Cerdo se incorpora y asoma sonriente la jeta cerca de Gallina, que lo acaricia maternal; arranca insectos de la nariz de cerdo, cuidadosa. De repente le lanza un rápido y feroz picotazo en un ojo. El animal grita enceguecido y Telmo lo golpea una vez más sin detenerse.
TELMO: ¡Shit! ¡Sss!
Cerdo llora contenido, es un lamento sordo e impotente, se oculta, vemos de nuevo su enroscada cola, asomar por el hueco de la car- pa. La Zarca sale de su ensimismamiento y pellizca a Gallina, la pone cabeza abajo a manera de castigo. Gallina la mira resentida y la niña vuelve a sus pensamientos, completamente quieta. El camión continúa su camino, es casi medio día, Gallina va moles- ta, intenta levantar la cabeza sin lograrlo.
GALLINA: No conté con que el viaje fuera tan largo
se me sube la sangre a la cabeza y mi cresta va a estallar
Los ojos cerrados
para que no huyan de sus cuencas empujados por el viento
Qué horror
tengo la piel de gallina
esto es verdaderamente horripilante
La Zarca con los ojos muy abiertos mira a ninguna parte, Cerdo intenta acomodarse infructuosamente, mientras Telmo acelera; el motor del camión ronca recalentado y el humo del “exhosto” asfixia a Gallina, que desaparece en medio de una inmensa nube de humo. La Zarca la rescata, la lleva a su pecho y la acaricia.
2. PESADILLA
Amanecer. En su nido Gallina hace lo posible por no quedarse dormida, cabecea sin lograrlo. Se sume en un sueño tranquilo que poco a poco se transforma en una pavorosa pesadilla. Se ve a sí misma en una gallera, donde debeenfrentarse a un feroz gallo que la destroza con sus espuelas, haciéndola volar una y otra vez. Con ella se encuentra La Zarca, cuyo cuero cabelludo vuela por los aires, todavía con el moño. Cientos de hombres ebrios gritan emocionados. La voz de un locutor deportivo transmite en directo para los asistentes.
VOZ: La coge de la cintura ella se defiende
patea iracunda, asustada
semeja un insecto de tierra en agua
Las voces de los asistentes celebran, Gallina sube y baja una y otra vez muy herida, al igual que la cabeza de La Zarca.
VOZ: Un manotazo le revienta la boca y la chiquilla rueda
la cara húmeda de sangre y piedras
De nuevo las voces emocionadas.
VOZ: No se opone más la mirada fija
mientras el moreno le alza la bata de flores…
le corre los interiores viejos de resortes deshechos…
¡Y le entierra su furioso puño en el sexo pequeño!…
La multitud lanza una ovación. Gallina se despierta aterrada, trata de recomponerse.
GALLINA: (Para sí misma). Es sólo un sueño… no es verdad…
es sólo…
Se oye un ruido, Gallina se pone alerta. Telmo se asoma cautelo- so y al ver que el animal no duerme, se oculta. Gallina trata de mantenerse despierta, pero finalmente se rinde. El hombre entra, Chusco gruñe y Telmo lo mira amenazante, le hace un gesto para que se mantenga en silencio; Chusco obedece y Telmo roba cui- dadosamente uno a uno los huevos de Gallina, la cual se percata, pero finge dormir. El hombre huye satisfecho, llevando tres huevos en la mano. Gallina queda destruida y canturrea bajito un dolo- roso lamento, acompañándose de su pianola. Cerdo gruñe burlón, pero ella no le hace caso. Llega La Zarca tratando de no ser vista y saluda con un guiño, sonríe, le seca las lágrimas y la consuela.
Pausa.
GALLINA: Mis huevos maduran
y no sé lo que trama Telmo No dice nada
ni siquiera pregunta sólo se los lleva
A lo mejor cree en cuentos infantiles y supone que nacerá de mí
la gallina de los huevos de oro
La Zarca la acaricia.
GALLINA: (Amenazante). El pobre no sabe lo que yo sé que espere tranquilo su cuento
La Zarca se muestra muy interesada, Gallina la mira con infinita lástima.
Mis sueños me han mostrado lo que ocultan mis huevos pero no puedo repetirlo
so pena de perder
esta capacidad de ver durmiendo. La heredé de mi abuela
—una gallina genio— metida en una botellita permaneció mucho tiempo Y cuando a Telmo
siendo niño se le cayó
le concedió un deseo Yo
una gallina tonta y eterna
Telmo entra, Gallina se calla.
TELMO: ¿Por qué no deja a la gallina poner en paz?
La Zarca trata de huir, pero es demasiado tarde, él la golpea con suma brutalidad y sale. La Chiquilla se recompone, hace un gui- ño al animal y se retira silenciosa.
GALLINA: ¡Pobrecita mi Zarca!
Gallina queda sola y vuelve a dormirse contra su voluntad.
3. PRESAGIO
Habitación muy pulcra. Al fondo una mesa con un antiguo toca- discos funcionando y al lado algunos implementos de cocina. Un hombre viejo dormita boquiabierto, emite un leve ronquido. Es don Rubiel Castañeda. Suena música lírica. El hombre espanta instintivamente un zancudo, se acomoda. El tiempo pasa. Por momentos la música pareciera distorsionarse y el viejo se agita intranquilo. El zumbido del zancudo se hace insoportable; dormi- do, Rubiel lo espanta de nuevo.
4. AMENAZA
Atardecer. Por el río se desplaza cautelosa una chalupa conduci- da por el Chino. Con él viene el Eugenio, que lleva cámara foto- gráfica. Avanzan silenciosos, en medio de la infinita armonía de la selva; de repente el pasajero toma una foto con flash, el chofer le baja asustado la cámara.
CHINO: ¡Qué hace!
EUGENIO: (Sin entender). Es un paisaje bellísimo.
CHINO: Su imprudencia nos pone en peligro; como le decía hace un momento, aquí vivimos en mucha zozobra Mister. Una vez nos llegó la noticia de que venían por ahí y todos sa- limos corriendo para el río, al puerto a tomar las canoas o lo que hubiera parairnos.
Eugenio se pone nervioso, mira a un lado y otro.
CHINO: Unos iban hacia arriba, otros iban hacia la parte de abajo, río abajo; en dos oportunidades hemos salido corriendo. Llegannoticias de que ahí vienen y que vienen y así vivimos.
EUGENIO: Mi papá no me contó que la cosa fuera tan grave.
CHINO: ¿Y es que hace cuanto no viene por aquí? EUGENIO: Hace más de tres años y vine por aire. La chalupa coge un remolino.
EUGENIO: ¡Qué pasa! ¡Nos devolvimos Chino, nos devolvimos!
Eugenio se marea, siente nauseas.
CHINO: (Luchando por controlar la embarcación). En el agua Míster, no me ensucie la chalupa.
El Chino supera el remolino y Eugenio se recompone.
CHINO: ¿Quiere que le cuente o no?
Eugenio temeroso asiente.
CHINO: Pues en el pueblo anteriormente se tenían rumores de que ellos iban a entrar allá, ¿sí? Rumores de que ese eraun pueblo en que todo el mundo… o sea, prácticamente ellos dicen que ese era un pueblo de los otros. (Desconfiado). Pero en medio de la selva, uno no sabe quién es quién ni quién es qué ¿sí?
Suena un chillido profundo de animal, Eugenio se tensiona. Avanzan en silencio. La tarde empieza a caer.
EUGENIO: Me picó, me picó un insecto.
CHINO: ¡Échese orines, échese orines que eso le alivia!
Eugenio incrédulo obedece pudoroso.
CHINO: Desde hace más o menos cuatro meses… unos tres o cuatro meses tal vez, se incrementó digamos el caos, desde ese tiempo venimos recibiendo mensajes con los Choferes de los camiones que llevan la carga al Puerto; a ellos los detienen en algún lugar de la carretera, —los detenían, ahora por ahí no pasa ni un alma— y mandan decir por escrito, que ellos van a venir y que los comerciantes tienen que irse.
EUGENIO: (Tranquilizándose). “Que si no se van, queman el pueblo”; eso dicen y nunca pasa nada.
CHINO: No, si es que también por vía fluvial vienen amenazas que mandan con los conductores de las chalupas y con los pasajeros.
EUGENIO: (Muy preocupado). Del dicho al hecho hay mucho trecho.
CHINO: Nosotros no le dábamos tanto crédito a esos mensajes porque eran ordinarios, mal escritos, con mala ortografía; pero hace como dos meses llegó una amenaza muy bonita, digamos bienescrita, organizada en computadora y toda esa cosa.
En ese momento suena una ráfaga y el Chino cae muerto ante la estupefacción de Eugenio. La chalupa a la deriva, anochece.
5. EL PARTO
Se escucha el sonido de ranas, grillos y perros lejanos. La atmósfera está enrarecida y pareciera que el peligro acecha. Gallina en sunido puja por poner, finalmente lo logra y vemos aparecer lentamente un huevo muy grande, descomunal; tanto que al terminar, Gallina cae estruendosamente de él, rompiendo la sinfonía del amanecer.
6. AUXILIO
Hilario Gómez está transmitiendo dentro de la cabina de la emi- sora que dirige. Su voz se oye amplificada, lo vemos de espaldas. Afuera, de lado está Colombia Torres esperando sentada en una banca de madera.
HILARIO: Tenemos para nuestros amables oyentes un grupo mexicano, de México…
Suena un tema de música popular y el hombre baila y aplaude, como si estuviera en una fiesta. El tema culmina y el locutor re- toma la palabra.
HILARIO: ¿Con que amaneció cansadita porque el señor no le hizo nada en la camita?
COLOMBIA: (Poniéndose de pié muy ansiosa). ¿Cuánto tiempo me va a hacer esperar?
HILARIO: Programa Su Amigazo ¡El más popular de la región!
Colombia impotente, espera de pie.
HILARIO: Servicio Social: Un niño de la vereda Campo bello necesita un antibiótico muy costoso. Caritativos comunicarse al 22318. Sigamos con Su Amigazo, dirigido por el mejor locutor del mundo: ¡Hilario “El Hippie” Gómez!
COLOMBIA: ¡Le voy a romper el vidrio si no abre!
El locutor molesto le hace señas indicándole que respete la trans- misión, ella se sienta.
HILARIO: Un mensaje de Wilson para Yuleidy en Villa Grande: “Feliz cumpleaños gordita, sin ti no puedo vivir”. Y bien, siga- mos con nuestra programación habitual. Su Amigazo, el pro- grama de la gente. Vamos con la música linda, con la música chévere, para todos los enamorados.
Suena un tango criollo, Hilario bailotea romántico dentro de la cabina. Afuera Colombia a punto de estallar.
COLOMBIA: ¡Cuándo me va a atender, salga y hablamos!
VOZ DEL CANTANTE: … pero vamos jugando iguales no te afanes que tú y yo debemos de saber
La mujer golpea furiosa el vidrio de la cabina.
… que si tú lloras por el hombre que tú quieres también yo lloro el amor de otra mujer…
COLOMBIA: ¡Nosotros hicimos un trato, le pagamos y usted no ha pasado la información, no ha dado la voz dealarma!
VOZ DEL CANTANTE: … pero vamos jugando iguales no te afanes que tú y yo debemos de saber…
HILARIO: (Abriendo una ventanilla en la cabina). ¡No me perju- dique, déjeme trabajar!
COLOMBIA: Entre los comerciantes se recogió el dinero para que usted diera la voz de alarma y no ha hecho nada.
La música sigue sonando.
HILARIO: (A soto vocee). ¡No es fácil, ese chiste me puede costar el pellejo!
COLOMBIA: Por favor, la situación que vivimos en el Puerto es muy grave: estamos amenazados, asustados y tememos por la vida…
VOZ DEL CANTANTE: …eres cual hembra
que nació para el placer…
Hilario da un brinco al micrófono y cierra la ventanilla hacién- dole señas a Colombia para que lo espere unos minutos más. La mujer llora silenciosa mientras se dispone a salir sin mirar atrás. Suena el teléfono, Hilario contesta, escucha algo, se descompone, la canción termina.
HILARIO: (Aterrado). ¡Su Amigazo! El mejor programa de toda
la región, dirigido por Hilario Gómez Pavón, el mejor locutor del mundo…
7. ABUSO
Gallina se encuentra en su nido dispuesta a ensayar con Cerdo, el montaje de una fábula cantada. Cerdo, toca un tamborcito.
GALLINA: Un dos, tres…
Cerdo empieza a tocar.
Éste era un pobre Cerdo que presumía de valentón de un soplo me cargué siete decía siempre aquel bribón
Cerdo se atrasa.
GALLINA: ¡Concéntrate Cerdo que me haces equivocar!
Chusco obedece, se le ve contento.
GALLINA: Siete mosquitos serían
dijo una hormiga en tono burlón el cerdo muy disgustado retó a la hormiga y la aplastó… la aplastó…
No veo mérito alguno
dijo un insecto que lo pilló
en que el grande aplaste al chico ni el fuerte al débil cerdo cobardón
Toma pues tu merecido
repuso el cerdo en tono agresor y cuando ¡Zas! la pezuña
voló el insecto el cerdo rodó
Cerdo mira molesto a gallina, sin comprender el desenlace.
Y así aprendió de un golpe que al más pequeño hay que respetar Y así aprendió de un golpe que al más pequeño hay que valorar valorar… Panpanparanpan…
Se oye a Telmo acomodar ollas y preparar el fuego, los animales se callan. Cerdo gruñe nervioso. De repente Telmo pasa llevan- do una olla de fuego. Cerdo berrea exigiendo alimento. Telmo se detiene, baja la olla y sale. Regresa trayendo un bote de comida, Cerdo saca la cabeza y traga ansioso. Telmo se dispone a calentar un chuzo, hasta hacerloenrojecer. Chusco riega el bote. El hombre exasperado toma el chuzo hirviendo y quema la jeta del animal que pega unberrido desgarrador y huye a ocultarse; Telmo recoge sus cosas y se marcha.
GALLINA: (A Chusco). Mi vida es infeliz,
pero mi consuelo es no ser cerdo
Cerdo gruñe impotente y adolorido, Gallina continúa agravián- dolo.
Que vuelo bajo
—sí—
Que soy tonta
—bueno—
si lo dijo Lorca…
¡Ah! pero qué placer Qué infinita golosina saber que no soy cerdo
que no tendré el hocico purulento
Cerdo gruñe cual fiera y se golpea enloquecido contra las paredes de su cochera.
GALLINA: ¡No dramatices Cerdo, no dramatices!
¡No chilles Chusco, que los cerdos no lloran!
8. PREMONICIÓN
Rubiel duerme en la silla oyendo música lírica. Ve de repente en su sueño, un diminuto barco que se desplaza lento en el horizonte, finalmente el barquito desaparece. Ve ahora la cabeza de su hijo, que emerge de la nada flotando con suavidad.
EUGENIO: Dónde estás
Mejor
Dónde anduviste
Busqué tu aura en las líneas del tiempo
Ahora, el viejo ve medio cuerpo de Eugenio perdido en la bruma, lleva en la mano el pequeño barco y colgada de un palo la cabeza del Chino. Un monótono e indescifrable sonido, se mezcla con el clímax de la música lírica que escucha Rubiel.
EUGENIO: Acaso no dejaste que te viera
No te halle
Poco a poco Eugenio se convierte para su padre en una figura inmensa, un gran cadáver con un tiro en la frente, gritando a la deriva en la inmensidad.
EUGENIO: No te encuentro
Qué lánguida llaga tu ausencia
Qué asfixia esta necesidad de tenerte Paz
mujerzuela huidiza ficción
mentira alquimia magia deseo…
El espectro de Eugenio sin dejar de hablar, se sumerge sinuoso hasta desaparecer. Rubiel se despierta muy excitado, mira hacia afuera.
RUBIEL: (Con infinita dificultad). ¡Zarca!
Entra la chiquilla campesina amiga de Gallina, se detiene en el umbral. Rubiel la mira y ella comprende la orden; le echa aire con un gran abanico de mimbre, el viejo se calma lentamente. La Chiquilla parece no alterarse con nada. Sesienta en el piso y toma las pantuflas del viejo, las calienta con el aliento.
RUBIEL: He vuelto a soñar, no puedo evitarlo.
La Zarca le prueba la pantufla pero a Rubiel le parece fría.
¡Vi muerto a Eugenio!
La chiquilla sigue calentando la pantufla, por fin el viejo la en- cuentra a gusto, se la coloca y la niña aprovecha para ponerle la otra sin calentar, huye. El hombre se levanta, camina con dificul- tad, quita la música. Va a la mesa, toma un tarro y una cuchara, raspa tratando de sacar el último poco de café sin lograrlo.
Va a sentarse cuando llega Colombia Torres, su mujer; trae una bolsa semivacía, viene muy cansada.
COLOMBIA: (A la Zarca que permanece afuera). ¡Llame al gua- che de su padrastro y dígale que lo necesito!
Se oye alejarse a La Zarca.
RUBIEL: ¿Nada?
COLOMBIA: (Entregándole un pan que trae en la bolsa). En el ae- ropuerto suspendieron los vuelos, no están llegando verduras ni abastos, ningún tipo de remesa. Lo poco que llega lo están trayendo en chalupa a pesar del peligro.
RUBIEL: Y la carta, ¿la firmaron?
COLOMBIA: (Extendiéndole decepcionada un papel). Recolecté sólo once firmas; les dije que esa era la carta, que de pronto
denunciando más concretamente el temor… podíamos recibir ayuda… pero no.
RUBIEL: ¿Y si la redacto distinto?
COLOMBIA: El inspector propuso que fuéramos a la Cabecera a ver si en la emisora don Hilario Gómez, el locutor, nos cola- boraba. Tocó, eso sí, cancelarle unos derechos para que haga la denuncia.
RUBIEL: (Sentándose). Pero si plata se le entregó a él hace como dos meses y nunca obtuvimos respuesta concreta de nada.
COLOMBIA: Pues por eso había que ir a reclamarle.
RUBIEL: No se habrá puesto de “bocona” doña Colombia To- rres a ofrecerse para ir, ¿no?
COLOMBIA: Pero don Rubiel sí pudo ponerse de “bocón” a preocupar a mi muchacho. ¿Por qué tenía que decirle a Euge- nio que viniera? ¿Qué puede hacer el pobre en estas circuns- tancias?
RUBIEL: Soñé otra vez, no puedo evitarlo. Eugenio estaba muerto y su lancha resultaba estrecha.
El viejo la mira aterrado a punto de desfallecer. Colombia se per- signa. Silencio.
Rubiel agacha la cabeza derrotado.
COLOMBIA: No se ponga así, mire que se le puede subir la tensión.
RUBIEL: El doctor dijo que la pastilla es cada seis horas. COLOMBIA: (Muy angustiada). Es que la droga tampoco llegó.
RUBIEL: ¿Y esta noche?
COLOMBIA: (Toma la bolsa de papel). Voy a echarle estas boro- nas a las gallinas.
Sale, el viejo queda destruido. Se oye la voz de Colombia llamando las gallinas.
VOZ DE COLOMBIA: ¡Stt… Cucuc.. SSS…! Que es la demora Tel- mo. Vaya al puesto de salud y dígale al enfermero que le pago lo que sea, pero que me consiga la droga.
TELMO: Sí señora.
Rubiel permanece estupefacto.
9. HE PUESTO UN HUEVO INMENSO
Cerdo asoma su hocico por el corral, va de un lado a otro, está intranquilo. Trata de mirar a Gallina, pero desde elángulo en que se encuentra le resulta imposible. La Zarca llega al nido del ave, que también se encuentra ansiosa.
GALLINA: He puesto un huevo inmenso
un huevo del que caí tan aparatosamente que me rompí la cresta Maldito huevo
no sé cómo pudo
crecer dentro de mí sin reventarme o si creció al salir
al contacto con el aire
La Zarca la mira incrédula y Gallina le señala el lugar donde ha escondido el huevo; la chiquilla lo encuentra, es muy grande y pesado, lo coloca cuidadosamente cerca de Gallina, que lo patea iracunda. La niña intenta calmarla pero el animal está fuera de sí; la Zarca se hace a un lado y gallina vocifera.
GALLINA: Cualquier cosa podría surgir de él
un pollasno negro hasta un cuervo
Basta pensar en su padre un sucio gallo viejo
que se atrevió a montarme sabiendo que ya no es su tiempo
Chusco jadea, Gallina hace caso omiso de la provocación.
GALLINA: Esperó que el jefe dormitara y ¡Zas!
me atacó por la espalda Bueno
eso es claro de lo contrario le habría sacado los ojos
y jamás habría empollado semejante adefesio
Chusco gruñe burlón.
GALLINA: (Muy irritada). ¿Por qué te quemó Telmo el hocico, cerdo infecto y libidinoso?
Cerdo se carcajea con dolor, vemos su hocico ya infectado, aso- marse por un hoyo de la cochera.
LA ZARCA: (A Chusco). ¡Shit… Suo… Suo…!
Chusco obedece y se va a un rincón a rumiar su amargura en silencio.
GALLINA: Me he visto a gatas para calentarlo Más aún
para protegerlo de cerdo El animal es garoso
y como poco piensa cree que es para él
que quizá es un regalo de Telmo Vaya regalo el que se ganó hoy estaba husmeando las ollas mientras Telmo avivaba el fuego
el hombre lo mira de reojo y lo llama Stststst. “Venga chusco”
venga lo arreglo Y el pobre cerdo como poco piensa
le hizo caso y se acercó gruñendo Telmo le enterró en el hocico
el hierro hirviente
y Chusco gruñó para adentro lo noté
ahogó el berrido
no sé si por dignidad o por miedo
Cerdo llora inconsolablemente.
LA ZARCA: (Calmándolo). ¡Shit… Suo… Suo…!
La niña se marcha, Chusco asoma tímido el hocico herido, tratan- do de recomponerse.
10. PRESENTIMIENTO
Rubiel duerme, respira con dificultad; poco a poco se sume en un sueño profundo y melancólico. Ve a su mujer al borde de un abis- mo, mirando al frente con estupefacción.
COLOMBIA: Horadar mi pavor
para verlo sangrar sin compasión ninguna Romper las barreras de la rabia
y acceder al dolor
que me provoco voluntariamente Y hace de mí este no sé qué
este no sé cómo y no comprendo
Emerge la que no muestra el rostro con su fuerza me controla
y me rindo a ella sin reservas me arrincona
me somete me posee me abusa
No puedo ayudarme y me abandono me entrego a sus manos brutales
y me daña
termino por creer que lo merezco Donde yo
donde
ya no me veo
sólo sé que soy porque me duelo Siento las trampas invisibles haciendo de las suyas manoseando mi vergüenza inyectando su veneno y dejándome al filo de mi abismo
Algo hay que me domina me sofoca
algo en mí que no me ama y me mutila Media soy
la cara oscura de mi luna muñón
ausencia
Rodar al fondo con mil golpes castigar cada instante de ternura ahogar el grito
y dejar que brote
la sólida baba clandestina que me habita La mueca asoma tímida
se disfraza y lanza su zarpazo su lengua dentada me acaricia rompe mi luz
y una estela de párpados cerrados huye de mí y me abandona
Ciega soy
muda de lamentos débil
frágil rota muerta
Rubiel se despierta alarmado.
RUBIEL: ¡Colombia!… ¡Colombia!… ¡Mija! ¿No habrá salido, no? (Nadie responde).
¡Zarca! ¡Zarca!… ¡Respondan carajo!… ¿Dónde están todos? El viejo intenta incorporarse, pero no lo logra, está muy alterado, no sabe qué hacer.
RUBIEL: ¡Colombia!… ¡Mija!… Tuve un sueño muy malo… Dónde se metió… ¡Zarca!… Busque a la señora y que no se mueva de aquí… ¡Dígale que no salga!
Se escucha el lejano sonido de un megáfono, Rubiel aguza el oído tratando de descifrar las voces casi imperceptibles.
VOZ: Es necesario (interferencia) su presencia en el parque, los que quieran en (interferencia). Y los que no, en la pista o el aeród… (interferencia). Que salga la gente de las casas, de los locales… Estamos invitando amablemente (interferencia) ha- gan presentes en el aeródromo (interferencia). ¡Nadie corra y el (interferencia)… plomos! Esta reunión (interferencia) fructí- fera para ustedes…
Rubiel se levanta dificultosamente.
VOZ: … les vamos a dar plazo de (interferencia) porque éste es un pueblo en donde se abastece mucha gente. Estamosseguros (interferencia)… enemigos.
El viejo avanza a la puerta como puede, está a punto de desplo- marse.
RUBIEL: ¡Colombia! Dígale a Telmo que prenda la camioneta…
¡Zarca!…
11. PRESENCIA
Una y quince de la tarde. El día esta lluvioso, opaco. El Moreno cargado hasta los dientes, lleva encima todo un equipo de campa- ña, un megáfono, recorre las calles de las afueras del puerto.
MORENO: (Por el megáfono). Rogamos con amabilidad que sal- ga la gente de las casas, de los locales… (Silencio).
Se detiene, mira a un lado y otro esperando respuesta.
MORENO: ¿Será que se están escondiendo? No jueguen con fue- go señores, todos, niños, viejos, damas, todos al parque o a la pista. No cierren sus puertas. Esta reunión no es fructífera para ustedes… Les vamos a dar plazo, porque éste es un pueblo en donde se abastece mucha gente.
¡Nadie corra que al que corra de pronto le caen plomos!
Se acomoda el megáfono y toca en un extraño pito, una alegre tonada. Telmo viene del hospital.
MORENO: ¿Para dónde va? TELMO: Voy para mi casa… MORENO: ¿Qué hora es?
TELMO: (Mirando al cielo). Van a ser las dos, faltan por ahí quince minutos para las dos. (Se dispone a irse).
MORENO: (Deja de tocar). No se vaya que lo estamos necesi- tando.
TELMO: Pero mi patrón está enfermo y…
MORENO: Si no se está quieto le doy un… (hace un desagradable ruido con el pito).
Telmo obedece, el Moreno chifla y entra un muchacho de pasa- montañas.
MORENO: Bueno pelado, a ver, diga haber…
El muchacho tiembla y contiene el llanto.
MORENO: (Gritando). ¿Es que no quiere? ¿Sí? Me va a tocar es… (hace un extraño gesto con la mano) para que diga algo.
El enmascarado le dice algo al oído. MORENO: ¿Son tres hermanos, no? El joven asiente.
MORENO: (A Telmo). ¿Usted qué hace?
Telmo va a responder, pero el hombre lo interrumpe con el pito, burlándolo.
MORENO: ¿Dónde es que trabaja?
TELMO: En…
MORENO: ¿Usted de dónde es?
TELMO: Del Olvido…
MORENO: Señor, si usted es de por allá, ¿Entonces qué hace por acá?
TELMO: Como le dije…
MORENO: ¿Usted qué está haciendo aquí, si es de por allá?
TELMO: Yo…
MORENO: ¿A usted quién lo mandó por acá?
TELMO: (Casi gritando). ¡Yo trabajo en una finca, soy un tra- bajador!
MORENO: Venga, hágase acá, hágase ahí.
TELMO: (Al enmascarado). Usted es del pueblo, debe conocer- me, no me haga esto, dígale la verdad…
El muchacho está aterrado.
MORENO: (Al enmascarado). Pero hermano, usted es el que manda, sí? Usted es el que manda, diga haber… (Silencio).
¿Usted es que es marica? ¡No se me vaya a echar para atrás!
El muchacho no puede ni moverse.
MORENO: ¿Por qué no quiere hablar? Quiere es hacerse matar este h…
El joven le dice algo al oído del Moreno, Telmo a punto de desfa- llecer.
MORENO: Está de malas amigo, no se ganó la lotería; vaya por su patrón y me lo lleva al parque.
Telmo huye presuroso. El enmascarado sembrado en el mismo lugar.
MORENO: ¿Qué, se cagó? ¿Por qué se para así? Esperemos a ver si pasan el Diablo y el famoso Botalón.
El Moreno ordena al enmascarado que se oculte y reinicia el toque de su pito, el tiempo pasa.
12. VIOLACIÓN
Gallina observa impotente desde su nido, como varios hombres vejan a la zarca. Cuenta asqueada a Cerdo lo que ve. Sus rostros son una mueca de dolor y vergüenza.
GALLINA: La coge de la cintura
ella se defiende patea iracunda asustada
semeja un insecto de tierra en agua
Chusco emite un gruñido sordo.
GALLINA: Un manotazo le revienta la boca y la chiquilla rueda
la cara húmeda de sangre y piedras
Chusco gruñe suplicando clemencia para la Zarca.
No se opone más la mirada fija
mientras el moreno le alza la bata de flores le corre los interiores viejos
de resortes deshechos
y le entierra su furioso puño en el sexo pequeño Chusco lanza un berrido espantoso y Gallina a dúo mueve su lengua ágil, produciendo un angustioso y agudo sonido. Se oye a otras gallinas que huyen cacareando ante el paso de los hombres. El lamento de Cerdo y Gallina desaparece.
GALLINA: No sé quiénes eran esos hombres ni qué tienen contra Telmo
para hacerle esto pobrecita mi Zarca
Se oyen un quejido leve e imperceptibles movimientos de la Zarca. (A Chusco). —Qué culpa tiene ella—
sangre y lágrimas eso veo
Se escuchan lejanas explosiones. Chusco asomado en su cochera mira a Gallina, larga y silenciosamente. Gallina vuelve sobre el despojo de la Zarca.
GALLINA: Ya no respira
no permitiré que las hormigas
—Las sucias hormigas— le coman el sexo
Picotea el sexo de la Zarca, retirando las hormigas.
Parecen fieras
las entusiasma la sangre no puedo quitarlas
son veloces
huyen tan pronto pico
y temo romperla aún más
Desiste de su labor. En medio de una súbita oscuridad canta con su vocecita soprano.
GALLINA: Brutal
así percibo tu zarpa
mi piel la reclama Me pongo en peligro y ahí estás
al acecho Animal vigoroso aquí estoy ataca…
Qué guerra fue limpia para que te llamen sucia cada vez que matas
13. ACECHO
Colombia avanza rápida hacia el pueblo, se cruza en el camino con Telmo que viene descompuesto; trae la cara lavada, más un gesto de asombro que de espanto.
TELMO: (Deteniéndola). ¡Señora!
COLOMBIA: ¡La droga por Dios! Rubiel está muy mal… TELMO: Yo estaba sentado en el hospital esperando al enferme- ro y de un momento a otro, cuando vi fue que todo el mundo corría y pedía auxilio…
COLOMBIA: ¡Usted es un inútil!
TELMO: Me paré de la silla y cuando ya los miré fue en el parque.
COLOMBIA: ¡Cobarde, incapaz! Me tocó ir a mí… (Va a mar- charse).
TELMO: ¡No vaya doña! A todo el que corría le disparaban sin ningún problema…
La mujer se detiene aterrada.
TELMO: Miré que algunos se montaron en las canoas para huir por el río y ahí fue cuando mataron al niño y donde hirieron a otros señores.
COLOMBIA: (A punto de llorar). Pero don Rubiel necesita esa droga…
TELMO: Luego siguieron golpeando a todo el mundo y ence- rraron al pueblo. Me tocó ir al parque a presentarme y allí nos tuvieron un rato, hasta que uno de ellos dijo: “Retírense, pueden irse a sus casas.”
COLOMBIA: (Decidida a marcharse). Pues entonces busco al en- fermero en la casa.
TELMO: Es que hay más señora: En la Inspección me entrega- ron esto. (Le entrega un maletín y un sombrero).
Colombia toma el maletín, lo abre.
TELMO: Son las cosas de don Eugenio, el cuerpo no apareció… Más allá del horror, la mujer mira una a una, las pertenencias de su hijo, mientras Telmo no para de hablar, la mujer ya no lo escucha.
TELMO: Corrí como pude y aquí a la salida me agarraron otros dos. Me ordenaron que viniera por ustedes, no sé por qué me dejaron ir. Doña…
Al ver el estado de su patrona, Telmo huye. Colombia queda ale- lada, mirando a un punto fijo. Un sonido agudo invade el am- biente.
14. AGONÍA
Suena el agudo sonido de la escena anterior. Se ve el rostro de Rubiel invertido, su boca está ahora en la frente.
RUBIEL: Nada
un dolor inmenso agobia mis ansias
Respira con dificultad.
Nada
la mirada baja el miedo
la desconfianza
¡Ay! este tiempo hijos este tiempo
Cada vez más ido.
Nada
en un fluido espeso mi rabia la impotencia la acompaña la nada soy
al dónde no voy a eso juego
a eso vamos Hoy
amigo a la deriva hermano en la desgracia…
El viejo muere. Entra Telmo sigiloso, enciende la luz y encuentra el cadáver; se quita el sombrero, se persigna, está visiblemente afectado.
TELMO: Si no pudo defenderse usted, menos iba a dar la cara por la Zarca, ¿cierto patrón?
Se acerca a Rubiel.
TELMO: Menos mal que no supo lo de su hijo don Rubiel. (Para sí). Aunque la noticia de todos modos lo hubiera matado… Telmo toma las llaves que el viejo tiene asidas a la pretina.
TELMO: No me llevaría nada patrón, pero es que son quince años y en estas circunstancias quién me va aresponder…
Se marcha.
15. EMPERATRIZ
Se escucha una mujer toser. El Moreno se encuentra en un plano alto con una lista en la mano; se ha colocado gafas oscuras que se levanta para leer mejor.
MORENO: Tan afortunados, la lista está medio mojada y no se ve bien. Veamos… El Diablo, alias el Diablo, llamado el Diablo, venga para acá…
Nadie contesta.
MORENO: Botalón, alias Botalón, llamado Botalón, que salga…
Silencio.
MORENO: ¡Emperatriz Ruiz!
Mira claramente a alguien.
VOZ DE MUJER: (Desde dentro). No señor, yo no soy.
MORENO: ¡Quién es Emperatriz Ruiz!
VOZ DE MUJER: No está.
MORENO: ¿Cómo así que no está?
Silencio.
MORENO: ¿Por qué duda?
Silencio.
MORENO: Ahí debe haber una Emperatriz. ¿Usted quién es?
VOZ DE MUJER: Colombia Torres.
MORENO: Pues tiene cara de llamarse Emperatriz.
COLOMBIA: ¡No, lo juro!
MORENO: ¡Venga Emperatriz!
COLOMBIA: (Suplicante). No me haga salir.
MORENO: ¡Colabore! ¿Es que no va a venir?
Sale Colombia descalza de un pie, cojea de la pierna vendada. Vie- ne empapada y pareciera que ha perdido toda dignidad.
COLOMBIA: Pero yo no soy la persona que están buscando. MORENO: Venga para acá mi hermosa paloma; venga para acá mi hermosita palomita.
COLOMBIA: (Sacando un documento de su monedero). Mire, acá dice que yo soy…
MORENO: ¡Míreme a los ojos! ¿Tengo cara de pendejo, Empe- ratriz?
COLOMBIA: No señor. Vea, yo acabé de llegar, mire mis pape- les, allí dice que yo no soy la señora que están buscando. (Le ofrece el documento). Vine acá porque me mataron mi mucha- cho y tengo a mi marido enfermo.
MORENO: ¿Sí? Pobrecita. ¿Y dónde está su marido, Emperatriz? COLOMBIA: No señor, yo no soy… Él está en la casa, como está…
MORENO: Muéstrelo, ¿Dónde está, que no lo he visto?
Se dirige a las personas que permanecen atrás.
MORENO: He nombrado cinco personas y ninguna está. Enton- ces… bueno… entonces cuento uno, hasta tres. Van uno, van dos, para que me digan si esas personas están ahí…
Vuelve sobre Colombia.
MORENO: ¿No le dije que fuera a la esquina, Emperatriz? COLOMBIA: Yo soy Colombia Torres, señor, créame… MORENO: ¡No me llore!
Silencio, Colombia aterida del terror.
MORENO: (A los de adentro). Llevo en esto una hora y nada que completo las catorce personas (Revisa la lista). Botalón, alias Botalón. El Diablo. ¿Quién es el señor Diablo? Estas personas van a tener que irse.
(A Colombia). ¡Andando Emperatriz! ¡A la esquina!
COLOMBIA: No me haga ir allí, señor, se lo suplico.
MORENO: Obedezca doña Empera, a la esquina y de allí a la bomba…
Camina a regañadientes, sudorosa, sin dejar de balbucear. COLOMBIA: Yo no soy Emperatriz señor, yo soy Emperatriz, no, yo soy Colombia… (echa al hombre una última mirada con su documento de identidad en la mano) Torres…
Desaparece.
16. ESCARNIO
Cerdo enceguecido y Gallina muy maltrecha, se encuentran ata- dos en la parte trasera de la camioneta de Telmo, abandonada en una calle del pueblo y cargada de diversos objetos: un televisor, una silla, un aparato de radio. Se escuchan explosiones, tiros, gri- tos lejanos. Los animales están muy alterados, Gallina locuaz, trata de sobreponerse a la situación.
GALLINA: No quise picarte los ojos Perdóname Cerdo
claro que en el fondo
te he hecho un favor inmenso para lo que hay que ver
Éste no es el pueblo de la feria ni la pólvora
ni los ventorrillos Algo pasa
se están llevando los carros pidiendo las llaves de las motos saqueando las tiendas
cargando las camionetas
Cerdo gruñe y aguza el oído, tratando de ubicarse.
GALLINA: (Espantada).
Parten vidrios roban joyas
disparan a las puertas
Cerdo trata de protegerse
Están aterrorizados mujeres y niños
todo el mundo espantado en medio de la balacera
Ahora se marchan todo arde
se despiden con la mano Que abramos la boca
porque van a estallar una bomba
Gallina y Cerdo abren la boca, absolutamente atemorizados. El tiempo pasa. Silencio.
Gallina tímida mira a lo lejos y por fin se decide a hablar, muy adolorido el pico.
GALLINA: Todos están ahí
en el parque
no creen que ellos se hayan ido Media hora con la boca abierta y nadie quiere moverse
ni verificar si se marcharon
Cerdo cierra la jeta, está lloroso, se acomoda como puede. Gallina entra en un estado de ensoñación, cae la tarde y elúltimo rayo del sol la ilumina, un punto oscuro en el horizonte.
GALLINA: Arrancarme las uñas Ser la llaga
y no la piel que la soporta Oler el hervor de mis ansias Alimentar el asco
No ser buena ni sana Ser el miedo
y no quien lo tolera Ser el dolor
y no la herida que lo causa Ser la voz
y no la bala que la acalla Sí el ojo
no la lágrima
La vida que se escapa no la piel mortificada Ser la sangre
y no la escueta mancha
17. BURLA
En la cabina de radio totalmente destruida, se encuentra Hilario “el Hippie” Gómez, tratando de comunicarse infructuosamente a través un viejo radio teléfono.
HILARIO: Aló, sí… (Interferencia). ¿Con la central de Capitanía?
VOZ DE MUJER: No señor, habla Grac… (Interferencia).
HILARIO: ¿Quién habla?
VOZ DE MUJER: (No se oye con claridad). Gr…a, adelante…
HILARIO: ¿Griselda?
GRACIELA: Adelante, hable, hable, aquí con Graciela.
HILARIO: (Muy temeroso). ¿Con la señora Graciela?
GRACIELA: Sí, Graciela, adelante.
HILARIO: Mire, es de aquí del Puerto, es que hubo una… (In- terferencia).
GRACIELA: Adelante, adelante… ¿Me oye? HILARIO: Sí, que hubo una… (Interferencia). GRACIELA: No le oigo…
HILARIO: En el Puerto y en la vereda Quilichambo hubo una masacre…
GRACIELA: Ah, correcto, voy a comunicarlo con la Cruz Roja.
(Interferencia).
Hilario trata de hacer funcionar como sea el aparato.
VOZ DE EXTRANJERO: ¿Aló?
HILARIO: ¿Quién habla?
VOZ DE EXTRANJERO: Hans Walter Schmidt, delegado de la Cruz Roja Internacional.
HILARIO: Sí… Necesitamos ayuda, hubo una masacre en Quili- chambo y en el Puerto.
HANS WALTER SHMIDT: En este mismo momento hago la lla- mada al general de la Brigada avisando del hecho… (Interfe- rencia).
El radio chilla, la comunicación amenaza con cortarse, Hilario mira a un lado y otro muy asustado.
HANS WALTER SHMIDT: Aló… Aló… Estoy por la otra línea con el general de la Brigada y me dice que no tiene ninguna in- formación, (interferencia). Que no sabe que haya pasado nada malo en el Puerto…
HILARIO: No le ponga atención al general, ellos siempre dicen eso, nunca tienen información de nada. (Interferencia). Pero es cierto ¿Aló? ¡Óigame! Duraron más o menos cinco horas en el pueblo, todo el mundo evacuó…
HANS WALTER SHMIDT: Bueno, nosotros vamos mañana… HILARIO: Mañana puede ser tarde, en las casas quedan sólo viejos, la gente huyó y los muertos están ahí solos, con frío.
HANS WALTER SHMIDT: Que no muevan los cuerpos y que na- die intervenga, ya vamos en camino.
En ese momento interceptan la comunicación, se oye al Moreno. VOZ DEL MORENO: Este locutor sapo es un mentiroso, así estén cien ejércitos nosotros podemos volver a entrar y a acabar con los que nos hicieron falta. Estamos cerca y ya vamos para allá…
Hilario huye dejando el radio en el piso.
HANS WALTER SHMIDT: No se preocupen, ya estamos con us- tedes, ese es nuestro deber, ya vamos con los consejeros del gobierno central… ¿Aló? ¿Me escucha?
18. DESARRAIGO
Noche espesa a las afueras de Capitanía. En medio del campo vemos una carpa inmensa al fondo de la cual se encuentraColom- bia desgranando arvejas; se escucha el sonido de otras personas dedicadas a preparar alimentos. Fuera de la carpa hay una gran olla sobre el fuego.
UN HOMBRE: Nos dijeron que dizque a Hilario “el hippie” Gó- mez, el locutor de la cabecera, lo descubrieron pidiendo ayuda por radio y entonces le dividieron la cabeza por tener el cabe- llo largo. Pobrecito, él que tenía tanto miedo.
COLOMBIA: Yo me estoy haciendo una reflexión: Si el ejército pudo llegar al Puerto el martes a las cinco y media, pudieron haber llegado también a las cinco y media el lunes y hubieran podido auxiliarnos, ¿cierto? O por lo menos hubieran llegado
¿no?
La mujer termina su labor, se levanta pesadamente y sale de la carpa; echa a la olla las arvejas y de repente ve a Rubiel, que en algún lugar le hace guiños.
COLOMBIA: ¡Rubiel, mijo! Creí que me iba a dejar solita. Sonríe complacida y llama con un gesto a Rubiel, para que hablen en un lugar donde no los oigan.
COLOMBIA: ¿No se ha visto con Eugenio? Yo los pienso siem- pre, casi a toda hora.
Está a punto de llorar, pero se contiene para no contrariar a su marido.
COLOMBIA: Ya no me importa que estén muertos, pero siento odio cuando pienso que los hicieron sufrir.
Escucha algo que le dice Rubiel antes de marcharse, ella intenta detenerlo pero él ha desaparecido. Pausa. Se pone de rodillas, se persigna y reza.
COLOMBIA: Rondan avispas hambrientas mi flor, cuido el húmedo rincón
donde se camufla mi soplo.
¡Peregrinos del miedo!
—haced escala en el mío—
Bebed en su fuente y dejadme vacía…
¡No le quiero más como inquilino!
Vuelve al cambuche, donde sus compañeros de infortunio han empezado a tocar y cantar una melancólica tonada campesina.
VOCES: (Cantando).
Un señor y dos niñas
me arrancan un lamento…
Pobre Fabián Cuellar
el Piña, el Uva, el Negro… Fueron diecisiete
aquella tarde aciaga… Día de la cruz
La mueca llega al puerto…
El despojo de Gallina se encuentra sacrificado en un fusil, la mú- sica de tambores crece y calla súbitamente. El espíritu de gallina surge cauteloso abandonando su última piel.
GALLINA: Bocanadas de ira tornan cristalina la rabia del verdugo… veo por fin la cobardía de la bestia
Miles de los nuestros sacrificados
vapores hirvientes
sangre fétida
Y yo aquí esperando el turno he visto irse a muchos
pero sobre todo hembras Huele el miedo
es un olor acre lágrimas de veneno
vísceras en grandes mesas
hígados, corazones, entrañas blancas Fui sueño de otros
de los que rasgan el destello con un tiro en la frente Fui masa inerte e inerme
de los que hacen de un padre un fardo
y agonizando aún, hacen de él una antorcha De los que gozan dejando un cascarón de niño desmembrado en el camino como escarnio
De los que hollan la inocencia
hasta provocar la mirada del hambre…
Gallina da vueltas sobre sí misma hasta desaparecer.
FIN
Bogotá, febrero de 2000
La selección y el comentario son del dramaturgo mexicano Daniel H. Soto .