Taneda Santōka
(Hofu, 1882-1940)
La selección y el comentario son del escritor colombiano Carlo Acevedo
Taneda Santōka fue un poeta de estilo literario bastante atípico. Leer sus haikús, determinados por el estilo libre desarrollado en la segunda mitad del s. XIX, desconcierta al lector porque estos incluso ponen en entredicho la existencia de la estrofa como unidad poética. Quizás por ello el poeta venezolano Rafael Cadenas aseguró que Santōka “redujo aún más el haiku, / lo dejó en el corazón del silencio”. La vida de este haijin, además, fue tan atípica como su propia obra: osciló entre el infortunio, la pobreza, el alcoholismo y la espiritualidad zen. La selección a continuación hace parte de Saborear el agua (Hiperión, 2004), con traducción de Vicente Haya e Hiroko Tsuji.
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Luciérnagas, venga, venid,
he llegado a mi pueblo
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Por más que penetre en su profundidad,
interminables verdes montañas…
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La luz de la luna
penetra hasta el fondo
de mi estómago hambriento
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“Toc” contra mi sombrero de junco:
la camelia
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Desde lo alto
orino hacia la aldea
que duerme un sueño profundo