Retrato de peras y un atardecer
En la lomita de la entrada, el atardecer bergamota nos sentaba a comer pedacitos de pera, partidos por el cuchillo corto-negro-afilado de mamá.
Detrás de los tres, nos enmarcaba el chalé, y en su entrada de madera reposaba paciente la ventanita vertical donde se colocaban todo el día pequeños videos de figuritas y animales míticos, blancos y esponjosos, transmutándose sobre el escenario azul celeste.
Más adentro, la salita coronada por el sofá raquítico nos abrazaba mientras tomaba la oreja de mi hermanito, y al son del casete de canti-cuentos, chupábamos tetero achocolatado.
Arriba, la alcoba compartida albergaba a los peluches bien puestecitos y polvorientos, junto al olor de los jabones cúbicos perfumados, y el baúl de chucherías varias. Transité de una a otra casa-vida de la infancia cargando con los objetos preciados, y las memorias que persisten.
Diana Ramírez – es una escritora incipiente que camina con la ilusión de inmortalizar imágenes a través de las palabras. Dedica su vida al medio ambiente y los derechos humanos. Antropóloga bisoña y amante de la naturaleza.
Ejercicio de escritura del Taller: de diarios y otros vicios. Dirigido por Angélica González (Bogotá)
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