El diario como un tipo de escritura autobiográfica está inmerso en la vida personal y social de nuestra cultura. Es un territorio plástico y caótico, abundante en la gama literaria, y hoy más vigente que nunca en las construcciones tecnológicas de este mundo roto y narciso en el que vivimos. El diario es un poema desgarrado, un homenaje a la fugacidad y a la vida del instante.
Anaïs Nin
(Neuilly-sur-Seine, 1903 – Los Angeles, 1977)
En Anaïs Nin, tenemos un ejemplo de vinculación de la escritura del diario personal con el ejercicio literario. Su obra central se ubica en la escritura diarista y los manuscritos originales de sus diarios, convertidos en libros: “la fuente del diario es la obra de mi vida. Por mi parte, he experimentado todo y ahora estoy dispuesta a empezar de cero» (…) Anäís Nin hace posible que su vida se convierta en un material indispensable de su escritura, fundiendo el acto creativo con el acto de vivir.
Fragmentos del diario II (1934-1939)
Un viaje a marruecos. Corto pero vitalísimo. Me enamoré de Fez. Paz. Dignidad. Humildad.
Deambular por el laberinto de sus calles como intestinos, de dos metros de anchura, penetrar en el abismo de sus ojos oscuros, penetrar en la paz. (…) Es el olor de los escrementos, del azafran, el curtido de las pieles, el sándalo, el aceite de oliva con que fríe la comida, el aceite de nueces con que unta la piel, el incienso, el almizcle, todos tan penetrantes que al principio resulta imposible tragar los alimentos.
Fez. Tarde o temprano, siempre se llega a una ciudad que resulta ser la imagen de las ciudades interiores. Fez es la imagen de mi yo interior. Esto podría explicar la fascinación que me produce. Cubierta por un velo, llena e inagotable, laberíntica, tan rica y variada que me pierdo en ella. (…) Las relaciones entre las personas no dependen tanto de la conversación como de la creación de una atmósfera, un tono propicio, onírico, meditativo, contemplativo.
En Fez, como en mi vida, había calles que no llevan a ningún sitio, lugares cerrados que conservan su misterio. (…) Fue en Cádiz donde me tendí en la habitación del hotel y me sumí en un sueño doloroso, obsesivo, una continua melodía secreta de celos, miedo y dudas. Allí fue donde me puse en pie y rompí la maldición como por un acto mágico de mi voluntad; rompí la red, la madición de la obsesión. (…) Pude abandonarme ya por completo al placer de las relaciones múltiples con otras personas, a la belleza del día, a sus alergias. Era como si el cáncer que había dentro de mí hubiese dejado de roerme. El cáncer de la introspección.
Tomado de Anaïs Nin. Diario II (1934-1939). Edición Gunther Stuhlmann, Bruguera-libro amigo, 1983.
La selección y el comentario son de Angélica María Gonzalez Otero, investigadora y autora de los libros Voces en el espejo (una cosmética transcendental), (2019) y Antonio Porchia: hacia la apertura vital. (2017).