Poesía: Mateo Quintana
(Bogotá, 1993)
Hace tres meses lanzamos a través de nuestras plataformas Desde todas las veces se levantan cantos (2021), una antología literaria preparada por el proyecto literario El cantar de la palabra con el ánimo de reunir el trabajo creativo de estudiantes pertenecientes a la Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá. Durante los próximos miércoles estaremos difundiendo de manera individual las obras de algunas de las personas que hacen parte de este libro, con el deseo de que todo él sea curioseado, compartido y leído gracias a su descarga gratuita aquí.
Hoy nos acompaña un compañero siempre cercano a las letras: es docente de literatura, promotor de lectura, educador popular y fundador de la Biblioteca Popular La Montaña en la Localidad de San Cristóbal, entre otras cosas. Además, sigue en proceso de creación del poemario Lo difícil de estar conmigo, el cual seguramente será de acceso público próximamente.
I
Recorro los pasos que
trace en el viento.
El miedo es un insecto
que devora mis ojos.
La sangre que se agolpa
en mis cienes cae como
lluvia en el valle del
Olvido.
Sudo lombrices que arrojo
como piedras en las marchas de mi libertad.
Soy mi dictador favorito:
voto por mí para perpetuar
mi dolor.
II
Naturaleza
El cielo gris del fin de la tarde.
Atisbos de luz escapan entre
las nubes, el azul se mueve
en el tiempo
y la montaña se convierte
en el fondo del teatro.
Las aves cantan luego de la lluvia,
sus sonatas anuncian el inicio
de la calma y el vaho
que sube
rama por rama,
a los árboles que alzan
sus hojas orgullosas,
al viento de oriente
que las ha de llevar lejos;
quizás, hacia el canal donde el
agua cristalina se pudre
en su paso por la ciudad.
III
Recordar y nunca olvidar… nunca olvidar…
Madre de Buenaventura/Los Matachines de Buenaventura
La bala calla la boca.
El sol es una puerta
que se abre ante
el miedo.
Las nubes llevan el tiempo.
La lluvia escupe mentiras.
En mi cara mojada
florecen olvidos,
memoria de los silenciados,
bocas que se tragan la tierra.
Nudo en la garganta
que me cuelga de las ramas
de la locura.
Árbol de historias no vividas,
hojas de vidas no contadas,
la memoria es un regalo.
Memoria del dolor.
Memoria del adiós.
Memoria para la memoria.
Si los muertos escribieran estas líneas,
la boca callaría la bala.