Un Lugar para Ti

Narrativas autoreflexivas: FERNANDO ZARAMA

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

LA CARTA SOÑADA

 

Despierto con desasosiego, la almohada está empapada. En mis dedos tengo un papel a fuerza arrugado. La luz irrumpe por las ventanas, froto mis ojos, miro mis manos, me digo:

 

-No es un sueño, una realidad imposible, pero existe.

 

La carta está dirigida a mí; afanosamente reviso, suscrita por “el peregrino”.

 

Escrita en pergamino, manuscrita en letra pegada tipo “palmer”, la tinta verde remarca lo extraño y misterioso de la misma.

 

Me ducho, el agua fría aclarará mis ideas, ayudará a entender ese absurdo.

 

Llevo una vida desordenada, sin sentido, acomodada familiarmente.

 

Hace unas noches empecé a soñar siguiendo a un “peregrino”; despierto por momentos y reanudo al viaje.

 

En esos espacios decido que volviendo al sueño, pediré a “el peregrino”, me diga  a dónde va, cuál su meta; me responde:

-Porqué me sigues, qué quieres?

“El peregrino” se ríe alzando los hombros, prosigue el camino; diciendo:

-Es tu búsqueda, tú eres la respuesta.

Es inútil, no entiendo, inexorablemente avanza un viaje, que desconozco.

 

En su batallar atraviesa grutas, cae, se levanta herido y sigue; se sienta a escribir, mientras lo hace rompe las hiedras, que crecen rodeándolo, no sirve advertencia alguna; pero no se deja someter.

 

A veces su rostro refleja angustia y dolor, parece desfallecer, estar confundido en el camino a seguir. Presiento las batallas en su interior, no se que escribe, pero siento su corazón.

 

Hay indulgencia en su mirada, cuando mi rostro duda y pide certezas, sigo acompañándolo.

“El peregrino” encuentra sitios maravillosos, lagunas verdes, cuevas de cristales, veo renovar su energía.

En los sueños de cada noche veía el trayecto de “el peregrino”, tres días después olvidaba el recorrido, me quedaba una sensación extraña, entre libertad y desconcierto.

 

Hace poco soñé, que llegaba a una planicie, cubierta con densas y oscuras nubes.

“El peregrino” siguió sólo adelante y dijo:

-Mi viaje ha terminado, ahora te corresponde a ti.

 

Pregunté:

-Qué camino debo tomar?

– A dónde debo ir?

-Qué hay más allá de esas nubes?

 

Me respondió:

-No lo se, tú tampoco lo sabías antes, pero ya estás al otro lado de ti mismo.

Desde esa noche no volví a soñar, fue cuando desperté con la carta en la mano.

Con curiosidad empecé a leer, era sobre el viaje del que había sido testigo, pero no recordaba ni conocía el mensaje:

-Este viaje lo hace quien necesita encontrarse, indagando el sentido de vivir, de amar, de la libertad.

Me pareció que iniciaba panfletariamente como nueva era, que prometería un nirvana, un nuevo reino. Lo misterioso de la aparición de la carta, hizo que con recelo continuara leyendo.

-Cuándo el espíritu grita ante la inercia insoportable de la cotidianidad y la injusticia, cuándo pregunta porqué existe?; es hora de iniciar el viaje, es tiempo de ser un “viajero”.

 

La carta presenta un plano, con varías grutas que tratarían de detener al “viajero”, describía fuentes para recargar energía; el trayecto  advertía no sería fácil.

 

En la gruta “Tenebrorum”, los miedos invaden a “el viajero”, sus posesiones, la supervivencia, la familia, las enfermedades, el virus. Ecos saldrían de las paredes tratando de asustarlo, hacerlo retroceder. Sentía el exterior difundiendo mensajes de intolerancia, muerte y odio. Monstruos pequeños y otros mayores amenazarían devorarlo.

 

Todo llamaba a “el viajero” a volver y quedarse quieto con sus temores y soledades que podía domesticar y lo domesticaban.

 

Para pasar esa gruta, la carta decía:

 

-Confía en ti mismo, es tu primera prueba, se ha desenmascarado la miseria humana, no cedas ante el miedo. Sentirás flaquear, si caes, aprende y levántate, debes centrar tu fuerza, desenmascara la mentira y cúrate de espanto, toma el corazón como escudo, extiende tu mano a los otros, así saldrás adelante.

 

La siguiente gruta “Circularium”, la carta advertía al viajero:

 

-Te rodearán los placeres, la pasión y la riqueza, buscarán te dediques a conseguirlos y no sigas adelante. Disfruta la vida, no niegues el gozo, pero no seas esclavo de él. Aléjate de las sectas, de los que piden renunciar a cambio de salvación eterna. Recuerda que esta sociedad es para todos, lucha por la justicia. No dejes confundir tu razón, duda siempre de todo, ejerce el criterio y ten como armadura la libertad.

 

La tercera gruta era “Interiorus”, la carta cuenta que cuando “el viajero” llega allí, enfrentará sus propios demonios; dominarlos es ser dueño de sí mismo. Decía:

 

-Controla tu ego, no actúes por reconocimientos externos, siéntete seguro de ti mismo, entrégate al servicio. Atravesar esta gruta es lo más difícil, tu interior se rebelará; pero no anules tu ego, somételo, no dejes que domine tu actuar; ama sin apegos, es un proceso y siempre estarás en lucha con él; se feliz en lo que haces, tu arma es el amor, quiérete a ti mismo y a los demás.

 

La carta señala algunas fuentes energía, “el viajero” podía fortalecerse y recuperar sus fuerzas:

 

-Encuentra las cuevas arco iris, recibe los rayos de luz que emanan de los cristales de colores, abraza los árboles y los animales, conserva el agua que trae la memoria de la tierra y la purifica; recoge la sabiduría de tus ancestros y alza los brazos para conectarte con la energía del universo.

 

Finalmente dice la carta:

 

-Pasadas las grutas, puedes mirar en la laguna el reflejo de tu rostro y encontrarás que es el mismo del peregrino que seguías, que eres tú mismo. Ahora podrás pasar por las nubes oscuras y marchar en medio de las más grandes tormentas, haz encontrado tu camino.

 

La carta  acababa.

 

Empezaba otro día, no tenía angustia, había muchas cosas que hacer, sentía que quería a todos los que me rodeaban, me daban ganas de escribir y gritar; extrañado me pregunté:

-Qué te pasa?

-Bebiste alguna poción mágica?

-Te sugestionaste con la carta?

-Cuánto tiempo te durará ese efecto?

 

Sabía que para muchos mi cambio era inexplicable, la alegría me embargaba, pensarían que tenía cara de estúpido, la verdad no me importaba; habían muchos retos que le daban sentido a la vida, tendría muchas tentaciones y dificultades, caería y me levantaría; sin verdades ni absolutos, mi certeza estaba en el camino, seguro de mí mismo, sin miedos y libre.

De pronto vi maravillado cómo el viejo pergamino que sostenía en mis manos se volvía polvo.

 

Sin importarme si lo que había pasado era realidad o no, en mi interior había sido “viajero”, había hecho el viaje y llevaba la carta grabada en el corazón.

 

Fernando Zarama es regente de la Comunidad Amatista, que busca una espiritualidad libertaria y solidaria, dirige el periódico Amatista,  trabaja para transformar la sociedad y servir a la humanidad. Es constructor de los grandes sólidos platónicos y Geometría Sagrada para meditar y sanar, incluyendo una Pirámide de Amatista, con sedes en Bogotá, Guasca y Tena.

 

La carta Soñada surge en el taller de escritura  Narrativas autoreflexivas, una escritura de lo cotidiano, dirigido por Angélica González Otero.  Educación Continúa, Universidad Javeriana de Bogotá.

 

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