Amanda Castro
(Honduras, 1962)
III
Nos dijeron
que convertirse en hombre era sentar cabeza
ganar el pan
y ser el macho predador
de niñas inocentes
salir a la calle
y fajarse con quien fuera
ganar más plata
ser más alto
más fuerte
más grande
ser presidente o juez o diputado o militar
Ser hombre es ser hombre
no ser
maricón o bailarín
diseñador de modas
o
actor de papeles femeninos
ser hombre es ser de mano fuerte
músculos grandes
(el pantalón ceñido
para que no haya dudas)
y las agallas de matar
a cualquiera
No nos dijeron nunca que
Ser-hombre
es-el-suicidio
Abígael Bohórquez
(México, 1936-1995)
Menú para el generalísimo
América Latina 8 p. m.
General: el menú.
Sí, señor, ¡cómo no!
El platillo de casa:
sesos de guerrillero a la tío Samuel;
desde luego, señor,
todo aroma de pólvora
le fue borrado cuidadosamente;
oh, yes, of course,
la receta nos fue facilitada
por la Embajada en turno.
Pero, si lo prefiere,
podríamos traerle riñones de estudiante a la parrilla;
claro, señor,
son muy recientes,
de la última entrega colombiana;
¿ya no recuerda Su Excelencia
que esta mañana
se sofocó un motín
contra una inmaculada tiranía?
Oh, sí, señor,
en un segundo
podría prepararle
un niño ametrallado a la chilena,
mas debo recordarle
que la otra tarde,
lo indigestó la lengua del poeta
que usted mandó cortar a Guatemala
y a quien ni Wall Street
logró apagar la voz.
Por supuesto
que no le gustaría
embutido de sangre boliviana;
es un platillo
demasiado común para su gusto.
Algo más silvestre, señor?
ancas de
fusilado;
nada de eso, señor,
mire, están frescas,
llegaron hace rato de Managua,
las tenemos también de Puerto Rico,
corazón de elector si lo prefiere,
tripas de obrero,
un seno de peruana previamente violada,
carnes frías de mártir, de patriota,
o de uruguayo meticulosamente torturado.
Oh, no, señor,
lamento mucho por ahora
que no podamos ofrecerle líder trufado,
pero si usted quisiera
consomé de minero ecuatoriano,
un campesino al horno?
Sabe que estamos para servirle;
todo lo que usted pida lo tendremos
con sólo una llamada a Mr. President;
pero recuerde
que hoy cena Monseñor con su Excelencia,
y le aseguro que no queda
adolescente alguno en la nevera;
Su Señoría repite demasiado ese platillo.
Le aconsejo, con todos mis respetos,
variar un poco su menú, Excelencia;
¿por qué no cocinamos
un bebé de gorila al estofado,
un semidiós terrateniente al mojo de ajo,
un burgués explotador empanizado,
un gendarme a la plancha,
con sus perros de presa de aderezo,
su paloma y su azor en el hocico
y barritas y estrellas en el ano?
¿Un granadero en jugo de tomate,
un soplón en alubias,
un yanqui en escabeche,
carcelero al pastor,
y hasta un agente del Servicio Secreto
rostizado?
O, mire, General: CARNE DE PROSTITUTA!
Bravo. Por fin. Gracias, señor,
cómo no, General, rápidamente.
……………………………………………………..
CON TODOS LOS HONORES DE ORDENANZA
SU EXCELENCIA ENGULLÓ TRANQUILAMENTE
A SU REPUTA MADRE.
Fadwa Tuqan
(Palestina, 1914-2003)
La libertad del pueblo
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Voz que, con boca colérica repito,
bajo las balas y entre el fuego;
tras la que corro aún,
a pesar de llevar los pies trabados;
cuyas pisadas sigo,
a pesar de la noche,
en la marea de la ira aún llevada.
Yo combato, gritando:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Y los puentes, y el río sacrosanto
repiten:
¡Libertad!
Y ¡libertad!
repiten las dos orillas.
En mi patria, el ciclón, las lluvias y los truenos
lo repiten conmigo:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Continuaré escribiendo su nombre al combatir:
En la tierra, en los muros, en las puertas,
contra las brechas de las casas;
en la mezquita y el ara de la Virgen,
por todos los caminos de las fincas.
Por todas las colinas, las pendientes,
las calles, las esquinas.
En la cárcel y el calabozo de tortura.
En la madera de las horcas.
Continuaré, a pesar de las cadenas,
a pesar de las casas destrozadas,
a pesar de las grandes hogueras,
escribiendo su nombre. Para ver
cómo se va extendiendo por nuestra patria y crece,
y continúa creciendo,
sin parar, hasta cubrir
palmo a palmo su húmeda tierra.
Hasta ver cómo una roja libertad abre todas las puertas
mientras huye la noche,
y aplasta la luz los fustes de la niebla.
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Y los puentes, y el río sacrosanto
repiten:
¡Libertad!
Y ¡libertad!
repiten las dos orillas.
En mi patria, el ciclón, las lluvias y los truenos,
y los pasos del iracundo viento,
lo repiten conmigo:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
Lugar Poema es un lugar de resistencia. Todo aquello que se manifiesta desde la subjetividad más intrínseca nos interesa.
Desde hace tres días, durante esta semana, en sintonía con la movilización política y social que vive Colombia, cada día encontrarás Poemas para resistir.