(Gálvez, 1916 – Buenos Aires, 2000)
Se dedicó a la docencia y a escribir a través de la experimentación y la fuga. Su obra comprende seis libros: Sonata de soledad (1954), La Llave (1957), El humo (1967), Las cacerías (1976), Estaciones de Van Gogh (1984) y Región de fugas (1995).
Me preguntas…
Me preguntas si vive de veras un poeta
y piensas que has tocado la llaga de mi oficio…
Mírame. ¿Puedes tú, sin ningún artificio,
beber así en la estrella sin dejar el planeta?
Las rimas, palpitantes, me las da el universo.
Por ejemplo: me gusta la palabra colina,
y siempre que la canto, deja una golondrina
sobre mi voz su nombre, con giro azul de verso.
Yo te digo: Se vive más hondo en la poesía.
Ya ves, soy nada menos que un corazón sin fin,
un corazón sangrante, con sangre de violín,
que vuela sin soltar su sombra todavía.
Y -¿oyes?- tengo una alondra sonando en mi bolsillo;
puedo tañer los ángeles que pueblan la mañana;
y estoy cerca de todo y a la vez muy lejana,
con esa claridad que en la noche es el grillo.
***
La ventana
Procura vivir de suerte
que al final de la partida,
saques de la muerte vida.
(Anónimo)
Una ventana y nada más quisiera,
un fervoroso prólogo del vuelo,
que me instara a subir, con el modelo
de lo que se remonta en primavera.
Me bastaría sólo esa ligera
interrupción de muro y desconsuelo
para desvanecerme por el cielo
clara, sonora, libre, verdadera.
De tanto que la sueño, una mañana
encontraré en mi cuarto a la ventana
llamándome con luminoso grito.
Desde que se abra, viviré de suerte
que me sorprenda el plomo de la muerte
volando en mi retazo de infinito.
***
No es locura
No temas, lo que tengo no es locura.
Es que a veces, feliz y desolada,
por un bosque imposible voy callada,
sin saber qué persigo en la espesura.
De pronto, una gacela de hermosura
me nombra con su rastro de balada.
Ah, si alcanzo su sombra en la ondulada
persecución, ya gano la aventura.
Sé razonable. Guarda los abrojos
de tu regaño tierno, y no te asombre
que responda, si me hablas: «…alhucema…”,
y comprende que calle, y que mis ojos
te olviden y no sepa ni mi nombre,
cuando cazando voy tras un poema.