Escritor y editor radicado en Pasto. Coeditor de Editorial Avatares. Fue editor invitado de la revista peruana Plesiosaurio (Suplemento n.° 13, 2020). Por varios años colaboró en Galáctica. Revista de crítica cultural. Ha publicado microrrelatos, cuentos, poemas y artículos culturales en Colombia, Chile, España, Guatemala, México y Perú. Algunas distinciones: Ganador del estímulo a la creación, modalidad «cuento breve» (Gobernación de Nariño, 2021); finalista del V Concurso de Cuento Corto (Festival de Literatura de Pereira); primer premio del XXVII Concurso Universitario Nacional de Cuento Corto (Universidad Externado de Colombia, 2014). Mínimas venusinas es su primer libro.
La siguiente selección de Mínimas venusinas (Editorial Avatares, 2022), va acompañada de una micro presentación de la poeta y editora colombiana Stefhany Rojas Wagner.
En Mínimas venusinas asistimos a una comunión antigua donde la naturaleza, la magia y el placer son la materia oscura del lenguaje. La palabra de Augusto Lozada Lince tiene la sensualidad justa para evocar los mitos y cantos paganos en los que, a través de la poesía y la prosa, se narran diversos rituales de la noche. Cuando nos dice «Así, nos sabremos vibración profunda, / voces plurales, / silencios, / ni todo / ni nada» nos invita a fundirnos con la página en un pacto de intimidad, entonces dejamos de ser quienes somos y nos ocupamos únicamente de sentir. Quien se deslice en estos textos híbridos escuchará la música de Venus y se verá convidado a hacer parte de la fiesta deliciosa que es todo cuerpo.
Stefhany Rojas Wagner
Buenos Aires, Argentina, 2021
Del capítulo Claves dextrógiras:
CLAVE III: ( )
A Eva María U. Mejía
Hacemos el rito de la navaja de afeitar: Frente a frente, nos rebanamos el ojo izquierdo y luego esperamos abrazadas a que nuestra miseria mute en el fuego que habrá de devorar cualquier barricada contra el amor. Nosotras, polluelas que ignoran si podrán volar —mística de la vida—, nos lanzamos al precipicio de los sentidos y, en caída libre, le cantamos a la convulsa espuma, a las pequeñas muertes, al aire que ensancha nuestros pechos arruinados. Tú, Venus Victrix, haces que depongamos los escudos para que recibamos tus flechas con letal puntería; y en soledad, nos incitas a examinar tuertas el movimiento de los astros con la esperanza de que algún día, por arte de la nostalgia, la esfera de Marte llueva sobre nuestras cabezas y lave las ganas de escribirnos desde las coordenadas de tu voz que llama. Por ti, vale la pena jugar a pérdida, sin torres ni reinas. Vale la pena entregarse a horadar la veta de la vida, y que solo queden la eternidad del relámpago, el cese de los conceptos, la completa destrucción de las máscaras.
Así, nos sabremos vibración profunda,
voces plurales,
silencios,
ni todo
ni nada.
CLAVE V: REDENCIÓN
De rodillas, con la piel expuesta, Amantes ansían saciar la clarividencia que aparea sus lenguas, aquí y ahora, al término del arcoíris. Más allá de sus edades o experiencias, Amantes ya gimen sin remedio, al tiempo que el lacre de sus carnes cede, se quiebra. Y una punzada, en el centro del vientre, los moja. En la suspensión de las sábanas, Amantes están a merced de la voracidad que los roces atizan. Vuelan hasta un pantano donde los sapos se revientan de placer a la vera del lodazal. ¿Ahí, acaso, se origina el soplo que mece al cornezuelo? ¿Sulfura en ese lugar el brujo espíritu del cieno? ¡Sacia la clarividencia de Amantes, serpiente Kundalini! Llévalos, recién nacidos, a tu cumbre cereza, para que la mutua abducción se extinga entre el remolino de sus sombras, para que el sudor sofoque la pasión que los incendia, para que tu savia embriagadora, ¡Ah, diosa del clímax!, redima una vez más a su lujuria.
CLAVE VIII: DEVOCIÓN DEVOCIÓN PAGANA
A Karol B. Jaramillo
Un hombre llamado Orfeo busca a su amor perdido por un sendero empedrado de nostalgias, y la añoranza asaetea al carruaje del sueño. En zozobra, repasa las noches en que juntos levantaron y cuidaron un bosque de delicias. Lete, ¿lo recordarás? La luna creciente se clavaba en el follaje que cubría a la Casa de los Cerezos, y sobre las ruinas de íntimos laberintos, las caderas de los consortes se sacudían al ritmo de danzas triunfales. Lete, ¿podrás recordarlo? Maullaban hasta el ahogo, ¡gatos lascivos en la costa de Pafos! Y el titán del tiempo caía a sus pies, vencido. Pero, las hojas de los cerezos se desprendieron de improviso, cascabeleando en bandada. No retoñaron las flores rosas y lilas afuera de la casa. No se vació en la boca de ese hombre, ahora solo, el cántaro colmado de ambrosía. Las palomas mensajeras no regresaron a su ventana. Mas, Orfeo aún ama como los simposiarcas amaron a las hetairas. Aún ama como los guerreros amaron el rugido de la tuba en los campos de batalla. Aún ama como los músculos y los remos amaron el horizonte del mundo y el vaivén del mar. Lete, ¿no podrás recordarlo?
Del capítulo Microinstrucciones de rebeldía:
SEGUNDA: COCINA
En el año 2020 e. c., escondido entre la pared sur de la cocina de una antigua abadía florentina, se encontró un cuaderno de finales del Quattrocento con 49 páginas llenas de recetas culinarias e ilustraciones de ingredientes animales y vegetales. Tan pronto el ejemplar se sacó del escondite y fue abierto, de las páginas 36 y 37 cayó al suelo una pequeña hoja doblada tres veces. Consideramos que su contenido (una composición literaria y un comentario anotado en el margen inferior) son las primeras composiciones venusinas del Renacimiento. Por el hecho de que la nota exhibe una caligrafía distinta a la del cuaderno es probable que haya sido escrita por una mujer que, eventualmente, preparó los alimentos para esa congregación. A continuación, compartimos las únicas versiones en español de los textos en latín que existen en la actualidad. Guarda dentro de ti sus mensajes:
Cuando castran al hombre, la discordia inicia. Cuando la mujer cierra las piernas, un orden termina. / Cuando castran a la mujer, ella eleva coros que presagian la batalla definitiva. Cuando el hombre cierra las piernas, imperan las leyes del exterminio. / Cuando el hombre castrado se dota a sí mismo y abre las piernas, las hostilidades cesan y las declaratorias de guerra son abolidas. / Cuando la mujer castrada se dota a sí misma y abre las piernas, los oráculos se cumplen a carta cabal, y el orden que termina da paso a otro que, ipso facto, principia.
***
Esta tarde, le servirán al abad el faisán ahumado que aromaticé con pétalos de azahar. Espero que su corazón comprenda el mensaje y responda a mi sentir.
QUINTA: ENGALÁNATE
Frente al espejo del tocador, mira y observa. Venus Pandemos te ha arreglado para un encuentro íntimo con sus concubinxs:
★ Removió el esmalte de las uñas de tus pies y manos.
★ Te quitó con delicadeza el labial, la base y los polvos de la cara.
★ Desmaquilló las sombras y el rímel de tus ojos.
★ Te soltó el cabello.
★ Guardó en el armario tus tacones y tu vestido de gala.
★ Te desabrochó la lencería y la deslizó hasta el suelo.
★ Te puso en el cuello una gargantilla de encaje.
★ Preparó la cama.
★ Apagó las luces.
Durante la espera, repetir este verso de Fernando Arrabal te ayudará a eliminar cualquier síntoma de nictofobia:
Por el cielo de boca… ya corres al misterio.
NOVENA: TRANSITA
ERES UN CUENCO QUE GIRA
Sé la tierra húmeda de la noche,
sé los pies ágiles de las hechiceras,
sus tobillos ornados con cadenas perladas.
Sé la leche de los robles majestuosos,
el vientre gestante de la madrugada.
Sé el círculo sellado con sales y hongos,
el trepidar del ámbar en llamas.
Sé el corcho saturado de delirio,
el cieno,
el lecho de musgo tupido.
Sé la máscara de los vientos,
la tormenta que incita la estampida de las aguas.
Sé el trémulo rocío,
la orgía desesperada de saltamontes y grillos.
Sé la miel escondida entre hexágonos perfectos,
sé las pupilas dilatadas,
los tambores,
las flautas,
un eco:
«La eclosión de la semilla fractura el cemento;
sobre las ruinas los sueños remontan el vuelo».
SOMOS CUENCOS QUE GIRAN
Del capítulo Clavículas de lira:
7. DIENTES
Mordimos la leche
cantamos a la vida
tiernos, nos desprendimos.
6. NEÓN
Sabes que al amanecer
tantas polillas
exhaustas, yacerán.
5. LASCIVIA
Liban, embebecidas
sus almíbares
Abejas suicidas.