Un Lugar para Ti

Poesía colombiana: Daniel Alejandro Morales Machado

Tiempo de lectura: 2 minutos

Daniel Alejandro Morales Machado

(Bucaramanga, 1999)

Estudia Literatura y Lengua Castellana en la Universidad Industrial de Santander. Es autor del libro Otro cielo (Ediciones Exilio, 2020), de la plaquette de poesía Silbar cabizbajo para no romper en llanto, y de la novela corta Salad (Sátiro, 2021).

Fue jurado en el I Certamen Nacional de Poesía Basura John Gómez (2021) y participe en el taller de creación literaria RELATA: Narrativa pública, verso y cuento (Bucaramanga, 2022).

 

Mansa brutalidad

Estás en casa y afuera está el sol

Tras la ventana
dos tigres se abalanzan

un avión cae lento
en el ojo de un niño

y una mujer llora
escurriendo trozos de sandía
de su boca roja, rota, líquida

Estás en casa 

y el sol, la furia y el mundo

allá,
            lejos,

de la mansa brutalidad

que tanto teclea jengibre y lágrima
cada mañana

 

Pies de escharcha

Muerdes la boca
que dice tu nombre
hasta romperla

*

Nada
en el secreto de las cosas
es mío, tuyo, nuestro

*

Si permaneces en el agua
el relámpago astilla

*

Queda la insistencia
de la estrella
que solo ha sabido
expandirse y vaciarse

*

Unos ojos que se abren
por primera vez
ante la violencia de la luz

*

Pies de escarcha asidos de mundo

 

Marsupiales rabiosos

Como dos soles que colisionan
nos sorteábamos entre las flores y las montañas de plástico
solo para releer versos minados de pólvora y bencina
mientras ardía, en el estómago, la ciudad

Tan imprudentes como ingenuos
buscábamos refugio en los deshuesaderos de la poesía
tachando la palabra silencio
de todas las páginas amarillas
como si quisiéramos conjurar una detonación
                                                                fulminante
que reivindicara tanto adormecimiento
en el bostezo de la palabra hecha institución

Escribiendo tardes enteras
                            bajo el agua
sobre los días que se nos escaparon de las manos
sobre las consecuencias de la herida hecha brasa
sobre el secreto —estúpido— de sabernos fragmentados
entre los marcos preciados de la infancia
que pululan, como coágulos de sombra, en la pared

Para luego correr
                        huir
                        y desaparecer
de nosotros mismos
como quien se abandona mirando el cielo raso
que amenaza con desplomarse
pero siempre se queda imperturbable

Como quien repite su nombre en la lista de víveres
y se olvida, súbitamente, de su propia existencia
en el cadáver móvil del pasillo de los abarrotes

Marsupiales rabiosos
seres inexplicados
íngrimos
atrapados en la consecuencia de un nombre
y la quemadura de su isla

Inmiscuyéndonos entre las calles,
las plazas y aglomeraciones
Empuñados de secreto
ante la vida y su larga sala de espera

Insistiendo
                   en el salto,
la ruina,
            el diván

Frotándonos las manos en aquel fuego torpe
que rebosa, de vez en cuando,
un inagotable hálito de tedio y solemnidad

 

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