Un Lugar para Ti

Poesía estadounidense: Patti Smith

Tiempo de lectura: 7 minutos

Patti Smith 

( Chicago, Illinois , 1946)

 

 

La versión de los poemas al español fue realizada por Eli Tolaretxipi. La selección completa y el poema introductorio Sueño de Patti Smith, son del escritor colombiano Michael Benítez Ortiz.

 

 

 

Sueño de Patti Smith 

 

patti

muchacha

casi que no llegas

 

ya sé que no conozco nueva york

pero tú tampoco conoces usme

entonces

estamos iguales

 

te cogió el trancón

la pesadilla

de estas calles resfriadas

 

amor

tengo hambre de fuego

cántame en la cama

una canción negra:

el galope de las babas

 

traduce tus besos

la noche despilota

sus fisuras

a nuestra común

lengua materna

 

el pelo grita

la llama tiembla

el ruido

su poesía

nos muerde los huesos

 

patti

amor

caliéntame los pies

dame de beber

del sudor de tus manos

cierra conmigo los ojos

y olvidemos para siempre

la luz moderna

 

 

***

 

 

Sueño de perro

 

has visto

el perro de dylan

tiene alas

puede volar

hablarle

de él

es la única manera

de que dylan te mire a los ojos

 

has sostenido

la serpiente de dylan

cascabelea como un juguete

duerme en la hierba

se enrosca en su mano

canturrea y ataca

cuando dylan grita

cuando dylan grita

 

has apretado

contra tu cara

el pájaro de dylan

el pájaro de dylan

está en la cadera de dylan

tiembla dentro de él

cae al suelo

rueda con dylan

es el único que viene

cuando dylan viene

 

has visto

el perro de dylan

tiene alas

puede volar

cuando aterriza

como un payaso

es el único

que puede

mirar a dylan a los ojos

 

 

(De Séptimo cielo, 1972)

 

 

 

Sueño de Rimbaud 

 

soy viuda. podría ser charleville. podría ser cualquier parte. me muevo detrás de los arados. los campos. el joven arthur merodea por la granja (¿roche?). la bomba el pozo artesiano. lanza vidrio verde conocido como desecho de cristal. me pega en el ojo.

 

estoy arriba en la habitación vendando mi herida. él entra. se apoya contra el dosel. sus mejillas rosadas. aire desdeñoso manos grandes. lo encuentro endiabladamente sexy. cómo ocurrió pregunta indiferente. demasiado indiferente. levanto el vendaje. muestro mi ojo ensangrentado hecho un desastre, un sueño de Poe. se queda asombrado.

 

se lo explico rápida bruscamente. alguien me lo hizo. tú me lo hiciste. se cae sobre la cama. llora. me coge por las rodillas. lo cojo del pelo. que no hace sino arder en mis dedos. fuego espeso de zorro. suave pelo amarillo. pero ese inconfundible tono rojo. rúbeo. reflejo rojo. pelo de Él.

 

oh, jesús, cómo lo deseo. sucio hijo de perra. lame mi mano. me sereno. ve rápido tu madre espera. se levanta. se está yendo. pero no sin la mirada de esos fríos ojos azules que destroza. ese que duda es mío. estamos sobre la cama. le he puesto un cuchillo en el delicado cuello. dejo que gotee. nos abrazamos. devoro su cuero cabelludo. piojos gordos como pulgares de bebé. piojos caviar de cráneo.

 

oh, arthur, arthur. estamos en Abisinia Adén. haciendo el amor fumando cigarrillos. nos besamos. pero es mucho más. azur. charco azul. denso lago de aceite. las sensaciones se condensan, se avivan. golfo cristalino. bolas de cristal de colores que explotan. la costura de la tienda beréber se deshilacha. aberturas, abiertas como una cueva, se abren más, entrega total.

 

 

(De Witt, 1973)

 

 

 

La noche 

(Fragmento)

 

 

I

el alma con la forma de un hombre joven

envuelto en un manto de leche…

el corazón con la forma de su amante —

un chico amable con la piel azul…

la noche con la forma de una mujer negra

que desciende sobre los muchachos que duermen

y los convierte en sus esclavos.

 

 

(De La noche,1976)

 

 

 

Arte en el cielo

 

Navegando por el terreno cubierto de plumas dejando caer frases como

“He estado en sitios peores

He estado en mejores

He andado por ahí…”

Y todo lo que deseas es una mano amiga

Que te saque del lodazal,

de la belleza

Que te levante…

 

Dejo que las ventanas vuelen, sobre los ríos, el campo y la rama que se dobla.

 

A lo largo de la orilla del río unas mujeres cogen agua; otras golpean las camisas de sus maridos con una piedra. Niños medio desnudos muerden frutas extrañas, delicadamente dulces, y cantan:

 

Un día todos estaremos muertos

Pero los que se siguen moviendo

Rastreando y volviendo sobre sus pasos

Nunca morirán

Se llamarán

Rembrandt, Colón

 

Soñé que era una misionera

Soñé que era una mercenaria.

Mi mochila era un corte de lino

atado como un globo a un palo.

 

Arriba, las nubes se forman una y otra vez. Parecen — un embrión, un amigo que se ha ido y descansa horizontal. Sobre un gran brazo, compasivo como un resorte que recibiera la orden del alcanzar y agarrar ese bolso de lino y todo lo que lleva dentro, aunque sólo fuera el alma de una idea — el color del agua, el peso de una colina.

 

 

(De Soñar despierta, 1992)

 

 

Las Islas Salomón 

 

¿Albergaron algo sabio, una discreta combinación de perversión y belleza?… Peces muertos. Pájaros que silbaban como pavas extasiadas. Tambores, deseo.

¿Fue él un breve destello, un filo deslumbrante?… ¿la espada, el instrumento de un dios o fue engañado y se quedó realmente solo?…

Los pétalos, encendidos como mejillas, cayeron a su alrededor y desempolvaron su pelo. Joyas de la corona de Morfeo. Así que, después de todo, un dios elige, susurró, y estoy aliviado y renuevo mis votos. Revisó los detalles de su acto final y cada fase cayó como los pétalos que temblaban en su rizado pelo.

La afilada punta del viento sacudió el dobladillo del chal. No eran el guerrero ni la guerra, sino ciertos rituales y reliquias de la guerra lo que él adoraba. El pañuelo del samurái, el bol del sake derramado en el viento divino. Y mientras examinaba el corte y el tono de sus propias divisas, alcanzó el porte de aquel que no pertenece a nadie, a nada, salvo a su sueño, a su destino. Y fue esclavo de él.

 

 

(De El mar de Coral, 1997)

 

 

Pájaros de Irak 

 

Veinte de marzo

primavera despierta.

Los pájaros callan.

Está pasando otra vez.

Me levanto pero no puedo levantarme.

Regreso a la cama

me envuelvo la cabeza

con la sábana.

Está llegando

una tormenta de nervios

que dispara

la corriente

fuente de sufrimiento

lluvia de piedras

sobre la primavera humana.

Y yo soy yo misma.

Y yo soy otra.

Y ahora mi madre

inclinada a punto de vomitar

en un cubo

el ventilador gira arriba

sus hijos en fila

observan desde la puerta

con asombro científico

ya lo han visto otras veces.

Si no hay cena no hay historia.

Golpean la pared

trapos mojados y bálsamo

cabellos teñidos con alheña

empapados con sudor

se afloja el vestido de verano

que casi no puede sujetar la carne que se le cae

aullando Jesús

María y José

mi cabeza mi cabeza.

Soy la mayor

ayudo

con el debido silencio

condenada

como ahora

ayudándome a mí misma

agarrando la toalla

la tormenta en el aire

es también mi semblante.

 

Ayer

diecinueve

su cumpleaños

día de San José.

Ella no

volverá como las golondrinas

a posarse en una roca

en Capistrano

con la simetría

casual

de un decorado

una galería de tiro

cabezas de pájaro

desplomándose

la cesta con la ropa

que tendré que planchar.

Imágenes que vibran

melodías entrelazadas

madre que grita

juegos de la infancia.

¿No puedo tener un poco de paz?

¿Un poco de paz?

¿Un poco de hielo?

 

¿Qué hacen

esos ratoncitos salvajes

bombardeando

el primer día

de primavera?

Bagdad

la ciudad de la paz

el califa y el ladrón.

Recuerdo noches

barridas por el mar.

Leía Las Olas

pero nunca me atreví a entrar

la epidemia de polio.

Los indios no nadan.

Adoran las mareas

y están subiendo.

 

Virginia rogando por la noche

negándose a ser negra

porque la luna está llena

y derrama la luz del cielo

gotea voces

¿o son pájaros?

¿Por qué dejaron de gorjear?

¿Cuándo dejaré de tener náuseas?

Y ¿cómo fue que mi cabeza

aprendió a nadar?

 

Pasó el equinoccio.

Se marchó

al río.

Una carta para L.

Una carta para V.

Piedra a piedra

el mirlo capiblanco

y rocas estrelladas

hierbas flotando

el espejo picado

el destello fugaz de quien se ha ido

una mano tranquila

retorciendo una sábana

entre sus dientes

suplicando amnistía

susurrando

colibríes nerviosos

soñando con el asilo

Saint-Rémy

paz imposible

martilleo del inventario

bordado despiadado

bandejas pintadas

ambulancia salpicada

en la sangre de Julián.

Carmesí paleta cuchillo.

Abandonar posesiones.

Cortar pelo cortar pelo.

Floración anual de los rosales

pelo espinoso

no dejaba de

agujerear su cuero cabelludo

jardines de gruesas paredes

Vanesa en el cielo

El gran armario de Thackeray

con su vitrina.

Fue un sueño.

Era su cabeza

el martilleo en su cabeza.

Y se pregunta

¿cómo se me ocurrió

algo tan violento?

¿Cómo se me ocurrió

algo tan violento?

Y Buda no

conoció a Isaías.

E Isaías no conoció

a Heráclito.

Pero todos existieron

en el mismo momento.

¿Y quién existe mientras existimos?

Dedos, pulgada a pulgada

extienden el país de su cama

por la ventana

vitrina hecha añicos

finge húmeda de lágrimas

saliva y sudor

ojos desesperados

aferrándose a las parras

haciendo las cuentas

el murmullo de las hojas

una historia del mundo

escrita en las jorobas

de las bestias rotas.

Los pájaros callan

antes de que paren

antes de que la rama se rompa.

Irak primavera despierta.

Las bombas caen como frutos.

Los melocotoneros

alineados en el bulevar

detrás de la mezquita

en llamas

la abubilla

la tórtola

caen como lluvia

restos

rociando sábanas

niños que portan armas

mujeres haciendo vida de soldado.

Y yo no soy ellos

envuelta en muselina

objeto de anticuario que vuela

sin conexión

sin culminar

pieza de acción

sin fin sin fin.

Por encima del Tigris

del Éufrates

los helicópteros

lanzan panfletos

para que la gente los coma.

Envuelven la luna en papel

la mente martilleada.

¿Qué siglo es éste?

Ciertamente el último

mientras los camellos corren

libres de mantas

bordadas y sillas de cuero

sacos de especias

calabazas huecas.

Corren y el sol

explota.

El cordero de dios bala.

Las cabras se separan de las ovejas

sus barbas tejidas

son bufandas

que adornan a los curas y a los excéntricos.

Camellos en el polvo

pasmados por sus heridas

sus mentes aceleradas

Ata Allah — nombre beduino

sus pequeñas orejas revestidas de pelo

filtran el polvo y la arena

la doble fila de pestañas curvas

protege sus grandes y dulces ojos

de la arena del desierto

pelo que mudan en primavera

muy apreciado para pinceles de artista

los de Vanesa

los de Duncan.

 

La banda que llevaba

en la cabeza

me la puse en la muñeca.

No podía escribir

no podía agarrar

nada

ni palabras

ni mundo

sólo tiempo

ensartado en

un hilo

largo

frágil.

 

Cuando retuerces

un cuello

algo deja de

girar

en el joyero

bajo una tapa martilleada.

Nos vimos en la casa de la primavera

representamos el número

dormimos en una tienda con sábanas

y soñamos con el desierto.

Escuchamos la llamada a la oración

y el cielo era mágico.

Los hombres conducían camellos.

Nos arrodillamos en el arbusto espinoso

y cuando me desperté

tenía arañazos

en las rodillas.

Y nunca más

será la visión tan aguda

como para que los sueños puedan

producir sangre

un sendero de espinas

y alas desparramadas.

Si no las pegamos

a la espalda

seguro que podríamos volar.

Seríamos libres

como la abubilla

como el sarapico

que cantan en primavera.

¿Vienes

hermana?

¿Vienes?

Madre está mejor.

Volamos

solas

batiendo las alas

arriba y abajo

arriba y abajo

desechando

jerséis

con los brazos

desnudos.

Oh

ser

tan pequeño.

 

 

(De  Augurios de inocencia, 2005)

 

 

 

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