ZINAIDA GIPPIUS
Tildada de sílfide y bruja por algunos. «En mi cuerpo soy una mujer, en mis pensamientos y en mi espíritu parezco un hombre», dijo alguna vez con relación a si misma.
ENTRE
a D. Filosofov
En la noche las ramas ennegrecen
y se escucha el susurro de la corriente.
Me hamaca solo una red de aire,
tan lejos de la tierra como del cielo.
Abajo el sufrimiento y arriba lo que entretiene,
tanto pesa el dolor como la alegría.
Las nubes delgadas y rizadas como niños
y las personas penosas y malas como animales.
Siento lástima por las personas y vergüenza de los niños,
aquí no me creen, allí no me comprenden.
Abajo es amargo y arriba, ofende…
Y en esta red, ni bajo ni subo.
Vivan personas y jueguen niños,
mientras me hamaque a todo le diré que no.
Solo me asusta pensar cómo recibiré en la red
el cálido amanecer terrestre.
Y el vapor amanecido, vivo y extraño,
se eleva desde abajo,
¿permaneceré hasta el alba en esta red?
Sé que el sol me quemará.
ARAÑAS
Estoy en este mundo en una celda
baja y estrecha, y en cada una
de las esquinas hay cuatro
laboriosas arañas.
Son hábiles, gordas y sucias,
tejen, tejen y tejen…
No cesa su trabajo monótono
y horrible.
Hicieron de cuatro telarañas
una sola y enorme.
Miro cómo se mueven
en el polvo hediondo y sombrío.
Mis ojos yacen debajo de la telaraña
gris, suave y pegajosa.
Están contentas con su bestial alegría,
las cuatro arañas gordas.
FLORES DE LA NOCHE
No confíen en la noche,
sirve a una belleza malvada.
A esta hora las personas están cerca de la muerte
y las flores viven de forma extraña.
Se extingue el fuego de la chimenea,
las paredes silenciosas son oscuras y calientes,
y solo espero la traición de flores
que me odian.
Tengo calor junto a ellas, inquieta
entre su aroma sofocante y atrevido,
pero es imposible alejarse
o evitar sus flechas.
La tarde lanza sus rayos sobre las hojas
a través de la seda sangrante, revive
el cuerpo tierno y las flores malignas
se despiertan.
Las gotas caen del arum venenoso
con armonía sobre el tapiz,
todo es misterioso e incierto
y la disputa silenciosa.
Como el enemigo, me espían,
susurran, respiran y se agitan,
me oyen, saben lo que pienso
y me quieren envenenar.
No confíen en la noche,
sirve a una belleza malvada.
a esta hora las personas están cerca de la muerte,
y las flores viven de forma extraña.
Traducción y selección por Natalia Litvinova, poeta, traductora y escritora argentina de origen bielorruso.