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Poesía sufí: Rumi

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El sufismo en palabras de Rumi  «intenta eliminar conflictos, enemistades y luchas para unificar a la gente en amor y armonía». Dios como  la verdad, la belleza, el bien absoluto, y los sufíes, como seres llamados a tratar directamente con esa entidad trascendental.

 

Así, dentro del universo persa,  la poesía sufí sugiere una especie de unión en la que desaparece la diferencia entre el sujeto que observa y el «fenómeno» observado. La escritura se revela como una experiencia mística integral, por eso en ella se expresa la manera en la que el poeta vive su proceso espiritual y ata la experiencia divina, a la del movimiento del cuerpo, la música, el ritmo, la filosofía y el lenguaje.

 

Empezamos esta muestra con Rumi, luego se vienen poetas como Rabia al adawiyya -mujer a la que se le atribuye haber establecido la primera relación mística entre el lenguaje y lo divino-, Al-Ghazali, Al Junayd, Ibni Arabi, Dhul Nun, Hafiz, Sadi, entre otros.

 

Rumi

(Balj, 1207 – Konya, 1273)

 

Frases de Rumi

 

Ayer era inteligente, por lo que quería cambiar el mundo. Hoy soy sabio, por lo que me quiero cambiar a mi mismo.

 

Trabaja en el mundo invisible al menos tan duro como haces en el visible.

 

Estos dolores que sientes son mensajeros. Escúchalos.

 

Antes de que la muerte se lleve lo que se te ha dado, da lo que tienes para dar.

 

¿Por qué estas tan encantado con este mundo cuando una mina de oro late en tu interior?

 

Pon tus pensamientos a dormir, no dejes que arrojen una sombra sobre la luna de tu corazón.

 

La cicatriz es el lugar donde te entra la luz.

 

El silencio es el lenguaje de Dios, todo lo demás es pobre traducción.

 

La Belleza del corazón
es la belleza duradera:
sus labios brindan
el agua de vida para beber.
Verdadera es el agua,
quien la vierte,
y quien la bebe.
Los tres se vuelven uno
cuando tu talismán está hecho añicos.
Esa unidad no la puedes conocer
por medio de la razón.

 

Traducido por Ruth Terrones y Ali Bahma

 

 

Masnawi

 

Al morir a lo inorgánico, me convertí en lo orgánico.

Al morir a lo orgánico, emergí a lo animal.

 

Dejando lo animal, me volví humano,

¿qué temo, entonces? ¿cuándo me volví menos en mi muerte?

 

En el próximo ciclo, yo dejaré lo humano
para elevarme más y erguirme entre los ángeles.

Debo dejar incluso el nivel de los ángeles,

pues todo cuanto existe morirá, salvo la Faz de Dios.

 

Seré sacrificado de nuevo como ángel,
para así transformarme en algo indescriptible.

 

Al final, llegaré a la no-existencia, a un anonadamiento

que cantará esta melodía: Somos de Dios y a Él regresaremos.

 

*La muerte para los sufíes se define así: “El agua de la Vida está escondida en las Tinieblas”.

 

 

Traducido por José Ma Bermejo

En Sufí No 11, primavera – verano, 2006.

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