Alfredo Fressia
(Montevideo, Uruguay, 1948)
Docente de literatura y francés en Montevideo hasta 1976, año en el que es destituido por la dictadura uruguaya. Desde entonces, se instala en Sao Paulo, Brasil, donde continúa dedicándose a la enseñanza y la poesía. Fue editor de la revista mexicana de poesía La Otra, en su edición en papel del 2008 al 2013.
No
(…)
Reverrai-je le clos de ma pauvre maison,
Qui m’est une province, et beaucoup davantage?
Joachim du Bellay
Ni cuando se olviden todos mis poemas
esqueletos del alzheimer,
secos como los tamarindos de la playa, el año
que los encontramos hechos pasto de termitas,
y porque el tiempo hace girar lenta la cuchara
en el plato de sopa de los viejos,
y son 26 letras impasibles de alfabeto.
Y cuando acabe de morir el mártir que me habita
atravesado por el venablo cierto
del que cambió los años por monedas
y registra los segundos que me restan
y aunque el ángel pertinaz de mi pobreza
vuelva otra vez como los mitos
o el perdón y la sangre
por la mano extendida con que espero.
Ni aun así.
Adán
Cuéntanos, padre Adán, ¿cómo se nace puro?
¿Amaste a tu mujer? ¿Cómo es tener virtudes?
Yo no tengo ninguna y por eso pregunto,
¿a qué olía el Edén? ¿Era su fruto dulce?
¿Por qué estaba prohibido? Un jardín con clausuras
fue un mal comienzo, Adán. ¿Serías como un niño?
¿Y por eso eras bello? ¿Tuviste un alma justa,
ardiente el corazón, prudente el apetito?
¿Para qué te crearon? ¿Para mostrar al mundo
humildad, diligencia, templanza, compasión,
castidad (y la Fuerza en sentido profundo)?
¿Y acabar en pecado?, ¿caer en tentación?
¿No sabía tu padre que no resistirías?,
tan luego Él, tan sabio, que todo lo conoce.
Cuéntanos, padre Adán, ¿comiste con codicia
los frutos del pecado? ¿Recuerdas sus sabores?
Yo sé que te escapaste de velar una infancia
perdida en la memoria. Perdiste un paraíso
con un árbol cargado de imposibles manzanas,
y unos ríos bucólicos. ¿Tal vez sentiste alivio?
Hoy escribo estos versos y no espero respuestas,
son preguntas retóricas, no saldrá una mujer
ni un hombre ni un andrógino con sus falsas promesas
como de tu costilla tan llena de altivez.
Pero sé que estás solo, como se está en pecado,
materia de mis versos, nostalgia del Edén,
eres padre y hermano, el primer humillado
y siempre, siempre, siempre, el último a nacer.