Un Lugar para Ti

Poesía venezolana: Yhonais Lemus

Tiempo de lectura: 2 minutos

Yhonais Lemus

(Venezuela, 1988)

Es profesora a nivel secundario y terciario de Castellano, Literatura y Latín. Ha publicado los libros de poesía La trascendencia de los insectos (2008), Hilos celestes (2013), Entre el rostro/rastro de Clarice Lispector(2018) y Destellos Acuosos (2019), Memorias de la piel (2020).

Su poesía ha sido traducida al Inglés, francés y alemán. Cursó una Maestría en Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar, institución de la que fue parte del equipo docente. Actualmente se encuentra en Buenos Aires cursando una Maestría en Análisis del Discurso en La UBA.

soltar el pensamiento ante la incertidumbre

de no saber de dónde viene aquel sonido
frágil
de cristal siempre a punto de quebrarse, de quebrarme,

hasta que siento como la lágrima de un pequeño chimpancé que vio la bala del cazador

atravesar el ojo de su madre y no entiende, no entiende,

aún no sabe:
cómo la muerte será parte de lo que sigue mientras se cierra el paso el agujero

llega para quedarse / el jeep deja atrás
el cuerpo más querido sacado del mundo
entre las ramas
«no habrá esperanza que salve»;
le digo
el nudo en mi garganta se afloja
«no habrá amor en tu mundo»;
pero no me escucha
el sonido de la puerta de la jaula oxidada
me hace temblar me
enmudece
lloro

mientras alguien va al mercado

y elige los tomates más rojos y jugosos
los osos polares matan a otros osos polares
ayer por ejemplo
un macho grande ante la hambruna atacó a una hembra desprevenida que

protegía a sus crías con las garras
la mancha de sangre perduró poco sobre el hielo

el grito descarnado es un nervio tembloroso a la intemperie que

ablanda cierta crudeza anónima
nada nos llega
antes
es consumido por el cambio
por un nuevo orden
que aniquila

quizás compartir un silencio puro

después de acorralar todas las voces
tan puro y blanco como la sal y
la quietud de estos últimos días que
pretende domar algún vacío

mientras la palabra se tuerce
muy dentro,
en mi estómago
comida
difícil de digerir

voy domando el mal-estar
le voy dando luz al sueño

todo va a pasar

y el invierno incuba en sus raíces
alguna intención de primavera
de flor profana y luminosa
tan etérea como pájaros
aún más livianos que el viento
aún más trasparentes que la nada

todo va a pasar
y el instante se hace eterno
la voz se congela
y un cuerpo habita al otro
inseparable
porque irse es regresar
para estar más cerca
porque amar y querer se diluye
en palabras absurdas
y hacen del poema una simple excusa
un artefacto inútil para decir cosas
cuando nada alcanza

todo va a pasar, dicen
pero todo llegó
para quedarse
imborrable, perenne
como un sol que quema
y no para de latir
en medio del pecho

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