Un Lugar para Ti

Poesía colombiana: Naisha Alejandra Herrera

Tiempo de lectura: 4 minutos

Naisha Alejandra Herrera

(Bogotá, 1997)

 

Es licenciada en Humanidades y Lengua Castellana por la Universidad Distrital. Sus poemas dialogan con  atmósferas asociadas a expresiones como el dadá y el surrealismo.

 

 

Hay un sitio en la ciudad al cual ir a comprar orejas

 

En un bar hay una dama que vende partes de cuerpos. En su nueva industria, esta mujer logró comprender que el problema de la mercancía suele estar en la totalidad. Rechaza la putería, la putanza, la putez. Ella ha evolucionado el concepto hasta una verdadera interpretación empírica de vender el cuerpo.

 

Allí va un hombre a cada instante a comprar partes del rostro. A veces se le ha visto salir con tres bocas en una sola bolsa. Nadie sabe lo que con ellas hace; aunque se cree que es bocafílico, algunos consideran que en algún modo de tráfico no legal revende los labios que no le han sido de mucha utilidad.

 

También ha estado una familia que ata como pasajeras un par de piernas al mes. En el medio de los dos hijos mayores, en el espacio de un asiento para bebé, aprisionan con cinturón unas caderas de las que siempre cuelgan extremidades de colores, texturas, y posibilidades variadas. Al terminar de ajustar todos los demás seguros, la familia parte escuchando una canción que prevé un largo viaje. Allá es donde le había aconsejado ir. Puede que corra con la suerte de encontrarse alguno de estos personajes. Sin embargo, también usted será visto, razón por la cual me gustaría saber su intención con las orejas, de manera que cuando hablen o pregunten se sepa toda la verdad. Ya sabe usted que si lo ven comprándolas, pensarán que no tiene vasos en la casa, que necesita un lugar dónde colgar los aretes y que no se le pierda la mitad.

 

Puede que le pase como a aquella mujer de los dedos de los pies que quedó en bancarrota, y no crea, no fue por los dedos en sí (pues si algo puedo decir es que los fragmentos de cuerpo son bastante económicos) sino por los esmaltes que tuvo que invertir en arreglarlas.

 

También quiero evitar que de estarse cociendo las orejas al cuerpo empiece usted a escuchar cosas con el estómago o el ano, estos son engañosos y terminaría en un estado de locura irreparable. Solo quiero saber sus razones porque yo misma he deseado comprar unos tímpanos, pero antes de hacerlo me gustaría motivarme confirmando que usted lo hace por razones similares

 

 

Orfeo

 

Le peinas el cabello

y este va quedando entre tus dedos.

¿Cuántas veces intentaste recogerlo en trenzas?

 

En el cráneo escuchas el eco de las arañas que juegan a moldear esa masa

insípida que ya no piensa en ti.

 

Las hormigas arrancan una a una sus pestañas:

tú, con saliva, intentas pegarlas de nuevo,

para que pueda ver tu gesto derrotado.

 

Absorbes su lengua

para tragar la carne que se va desprendiendo

y recuerdas el sabor de sus dientes en las madrugadas.

 

Intentas hacer que las moscas escupan los pedazos de piel que han estado

robando de sus mejillas,

bajas hasta los senos, desde donde

los gusanos trepan por tus nudillos para nadar

te traen el olor de los pezones que han perdido su color original.

 

Hundes tus dedos para rozar la sangre. Sientes

el conjunto de tripas y cuero roído por los cuervos,

siempre con un poco de hambre.

 

Pero hasta que muerdes su flácido sexo

piensas que

es ley divina:

a los muertos hay que dejarlos muertos.

 

 

Horrible

 

No vengan a decirme que es un adjetivo, que no es la ceniza sin misa del cuerpo que no está, o el sofá lleno de rasguños. Que es un lugar común, que use otras categorías, otras palabras. ¡El diccionario está lleno de posibilidades!

 

Me niegan que sea una mujer o un hombre “que es extraterrestre” ¿No es la noche abandonada que llena mis labios faltos de sabor?

 

No me digan que no tiene imagen o es subjetiva; que no es la llamada emboscada a medio camino. Que busque un monstruo y le ponga brazos y muchos ojos. Que no son mis sustantivos citadinos y ocasionales de la voz que no se pronuncia o mi nombre sin forma acústica. Que debe ser en blanco y negro. Que no es la frase que rezan mis oídos a la falta. Que no pretenda engañar al arte con mis supersticiones freudianas.

 

Me dicen que no es el tacto de las hebras de su piel ilesa, me piden que deje de ignorar las vanguardias, que no desacredite los logros milenials con mis palabras malogradas. Que no es el cabello o el pedazo de uña entre las cobijas.

 

¿No puede ser un cuarto lleno de unicornios ni de gusanos?: incoherente o muy usado. Que solo los sustantivos pueden ser descritos y que si no está, si no hay sujeto, no tengo derecho a usar esa palabra. ¡No me digan que no le escriba a lo que no tiene nombre! que no le describa, que es abstracto, que soy abstracta, que soy informe.

 

Soy un río sin tierra que se extiende y se extiende hacia lo que no es: que no existe, que se ausenta. Que es, en últimas, horrible.

 

 

Esta selección fue realizada por William Pascagaza Jiménez del poemario Cuidados paliativos (2020), inédito de la autora.

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